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miércoles, 31 de mayo de 2017

12. ¿Dónde estás? Valentina Velázquez

Catalina era una niña que vivía en un pueblo pequeño, golpeada por la muerte temprana de su hermana y atemorizada por terribles pesadillas. Tan pronto estaba triste como rebosaba energía, y sus trastadas sacaban de quicio a su madre y a todas las vecinas. Para que fuera obediente, repetían todos los días, ceñudas, apuntando con su dedo: “Si no eres buena, el ogro bajará de la montaña en la sombría noche y te comerá”.
Cuando se acostaba, sentía una punzada de dolor y miedo en su corazón que la dejaba sin voluntad, a merced de una fuerza extraña, fantasmal, que quería llevarla, devorarla…, y metía la cabeza debajo de las sábanas. Su soledad la llevó a resguardarse en el sótano de la casa, entre los trastos de labranza; en sus juegos solitarios, hablaba gesticulando…, y, de repente, alguien la respondió desde algún lugar secreto, aunque su tono, dulce y juguetón, no le infundió miedo, sino curiosidad. Desde aquél día bajaba y hallaba su rincón desordenado, pero con un nuevo libro de aventuras… Conoció al Principito, a Julio Verne, a los Hermanos Grimm que hablaban de los duendes del zapatero…
Al fin sus pesadillas quedaron atrapadas entre un tejido azul que hilvanaba su mente en la cabecera de su cama y que el duende de la casa ayudó a trenzar, añadiendo vivos colores.
Un día el duende desapareció, y nunca supo si fue porque se aburría o dejó de prestarle atención…, ya sabemos que los duendes son muy sensibles.

1 comentario:

  1. Esos duendes tan oportunos y listos que tan bien nos vienen. A mí se me apareció uno el sábado por la mañana, cuando iba de camino al pueblo, y me acompañó todo el camino. ¿Quieres creer que me recolocó el desorden mental que llevaba? En cuanto llegué, chaaaaas, desapareció. Sólo te lo cuento a ti. Ya sabes, no se lo digas a nadie, jejeje.

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