Conseguí que al final de mis días, Carlos asimilara mi enfermedad. Tal vez, ese rencor suyo se debió porque en su familia más allá de la gripe o el sarampión, cualquier enfermedad fuera de carta, era tema tabú. Le saqué muchas sonrisas, le arranqué muchos sueños pendientes, que no valían la pena recordar, pasamos los mejores momentos tumbados en mi cama, agarrados de la mano.
Entendió que todos llevamos tatuado en nuestro interior una fecha de caducidad y hasta que llegara ese momento debíamos seguir siendo los mismos. Sacando ese ser mágico que llevamos dentro, para luchar contra las sombras prematuras. Mi habitación se llenó de póster: hombres extraordinarios y bellos paisajes, quitó las fotos familiares que conocía demasiado y me familiaricé con los ojos de Bratt Pitt o las cataratas de Iguazú, la luz se hizo mi aliada y todo a mi alrededor, necesario y esencial para mi enfermedad, hicieron que mis últimas vacaciones fueran inigualables a su lado. Asimilé sin rabia, cuando algo nuevo dejaba de funcionar dentro de mí. El ambiente se llenó de calidez. Y seguí siendo la anfitriona de siempre, desde mi habitación y hasta el último momento.
“Sírvete tú el café, que yo no estoy para levantarme".
Entendió que todos llevamos tatuado en nuestro interior una fecha de caducidad y hasta que llegara ese momento debíamos seguir siendo los mismos. Sacando ese ser mágico que llevamos dentro, para luchar contra las sombras prematuras. Mi habitación se llenó de póster: hombres extraordinarios y bellos paisajes, quitó las fotos familiares que conocía demasiado y me familiaricé con los ojos de Bratt Pitt o las cataratas de Iguazú, la luz se hizo mi aliada y todo a mi alrededor, necesario y esencial para mi enfermedad, hicieron que mis últimas vacaciones fueran inigualables a su lado. Asimilé sin rabia, cuando algo nuevo dejaba de funcionar dentro de mí. El ambiente se llenó de calidez. Y seguí siendo la anfitriona de siempre, desde mi habitación y hasta el último momento.
“Sírvete tú el café, que yo no estoy para levantarme".
Una enferma de ELA como yo, ella está en cama cogidos de la mano, como yo, ahora esta frase tuya “Sírvete tú el café, que yo no estoy para levantarme" la hago mía, como tu, besos Josep
ResponderEliminarMe parece estupendo, si esa frase la puedes hacer tuya, puedes hacer cualquier cosa, pero lo más importante...puedes ser Feliz de cualquier manera y eso es una virtud única. Un abrazo.
EliminarUn relato sincero y valiente, Cascabel. Me encanta la actitud de asumir lo inevitable pero sin renunciar a las cosas buenas de la vida. Todo un ejemplo para muchos, incluyéndome a mí. Es un placer leerte. Gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminar