03. Un puente. Antonio López de Lerma

Después de 48 años de su nacimiento en una humilde familia, su mente repasa una y otra vez los números bancarios y el valor de sus posesiones, mientras el corazón helado no puede con tanto y su cuerpo se desmorona sobre el suelo del porche de su ostentosa mansión.
Una última mirada a la barandilla dorada y sus ojos se cierran, nota como se transforma, percibiendo el nacimiento de plumas por toda la piel y un pico en su boca. Enseguida se siente volando, es un cuervo que contempla la belleza del paisaje; un objeto brillante le llama la atención y toda su visión se concentra en él, desapareciendo el resto. Comprende todo lo que pierde ante el resplandeciente metal, remonta el vuelo y disfruta del viento y el oleaje del trigo verde; en un instante nota lo que realmente es, un puente infinito entre el cielo y la tierra.
Una luz brillante le seduce de nuevo y nota sus brazos, piernas y cuerpo de humano; su mirada se cruza con los ojos y la sonrisa de un muchacho en la cama de al lado de la UCI, viendo en él otro, otro puente y comprende lo que somos… Seres vivos. Seres mágicos.