Hoy, 15 de noviembre, cansado de esperar que las hojas marchitas de mi jardín, cayeran para poder limpiarlo, intenté arrancarlas. Entonces ocurrieron cosas extrañas. Al echar mano a una grande de un tilo, me pareció escuchar, "¡Espera, espera, que todavía no puedo soltarme, aunque lo deseo!” No lo podía creer; pensé que era una ilusión producto de mi catarro. Volví a intentarlo y de nuevo la misma frase.
Miré a mi alrededor, estaba solo y me aventuré a responder. “¿Quién eres y por qué hablas?” En ese momento, resonó un griterío “¡No podemos desprendernos todavía, hace mucho calor y estamos sufriendo mucho!”
No podía creerlo y entré en la conversación como si se tratara de viejas amistades. “Pero si estamos a mitad de noviembre y todas vosotras deberías estar ya en el suelo y los árboles desnudos”, afirmé. “No es nuestra culpa que hayáis encendido la calefacción” y todo está cambiando con nosotras, con los bosques, la naturaleza y no es para bien,” ¡ya lo veréis!” respondieron las voces.
En ese instante, Kino, mi perro empezó aullar como si fuera un lobo, aunque pensé que era por sus aires de grandeza, que a veces tiene. Sin embargo, una rosa exclamo “¡Yo no tendría que estar aquí con esta cara mustia, no soy la misma”! Todo el jardín comenzó a murmurar y hasta me pareció oír a un membrillo exclamar “¡Vayamos a la huelga!”
He decidido meterme en la cama y cuidar mi catarro.
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ResponderEliminarMaravilloso y muy acertado tu relato Antonio. Que sea la naturaleza la que llama nuestra atención quejándose de las consecuencias que tienen nuestras acciones sobre ella.Y el llamamiento a la huelga me ha parecido magistral. Creo que ya la han comenzado pero de momento no hay perspectivas de negociación.
ResponderEliminarGracias, Gema., pero es lo que tiene cuando los humanos encendemos lacalefacion durante tantos años.
ResponderEliminarYo siempre lo había pensado pero nunca lo había dicho, que la voz del membrillo tenía que ser enérgica, reivindicativa,el arma de nuestra defensa.La voz de la rosa aunque más amable y suave no dejaría de ser vigorosa. Del tilo imaginaba una voz sosegada, calmada, de esas que acallan otras voces para ser escuchadas.Y por último la voz de Antonio Nieto que es como la batuta del director de orquesta, silenciosa pero imprescindible para que brillen el resto de las voces incluida, por supuesto, la de Kino.
ResponderEliminar¿C.C.H ? En realidad soy Carmen. Se colaron las siglas, perdón.
EliminarNo hay nada como escuchar a tu jardín. Gracias por tus palabras.abrazos
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu mirada delirante y tu oído atento al jardín. ¿Seguirás con ella cuando se e cure el catarro? ;-)
ResponderEliminarUn beso.
Seguro que si. De hecho hace 60 años mi padre u yo plantamos una ranita de pino, que hoy día es un árbol frondoso y con el que tengo una estrecha relación peronal; algún día la contare en modo micro. Un saludo.
ResponderEliminarEstaremos aquí para leerla, Antonio. No dudo de que tu relación con los árboles es tan buena como con las personas. Seguro que tu membrillo te echa de menos cuando te vas de vacaciones. Un abrazo.
ResponderEliminarTienes una sensibilidad especial con la naturaleza y eso hace que sepas escucharla y nos cuentes esta estupenda historia. Aquí estaremos para leer la del frondoso pino. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarEstoy deseando leer la historia de tu amistad con el árbol frondoso de tu jardín Antonio. Como dice Valentina, seguro que es una historia estupenda!
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