Caminando bajo la luz tibia del otoño, las fotos de unos rostros serenos y apacibles atraparon mis ojos y detuvieron mis pasos. Me paré frente a ellas y ponto las identifiqué: eran las de aquellas personas que habían sido capaces de matar el miedo y de sostener la vida mientras las ráfagas de enfermedad y muerte habían encerrado nuestros días.
Ante mí: panaderos, policías, médicos, tenderos, enfermeras y hasta enterradores. Todos tenían nombres propios y la expresión franca y complaciente de quien sabe que ha puesto una nota de esperanza en un paisaje en el que sólo se escuchaba el murmullo infinito del silencio.
Enseguida me dejé seducir por sus miradas: profundas, luminosas, enigmáticas, tristes, risueñas o sombrías. Detrás de cada una, una historia, un poema sin palabras, que mi mente iba inventando a su antojo.
Ahora, mientras escribo, observo de nuevo aquellas fotos recogidas por su autor, el fotógrafo gijonés Muel de Dios, en su bellísimo libro titulado:”Sinécdoque”. En una de ellas, una mujer varada en un mar de arena y espuma sostiene la foto de un ser querido que el covid ya ha convertido en memoria. En su mirada apagada, abatida, brumosa, toda la tristeza del mundo. Una de esas miradas que, como diría el poeta Iribarren, “no se aprenden en los libros”.
Es verdad, María Jesús. Las heridas de esta guerra son las miradas de dolor, de tristeza, de desesperación. Es lo malo de querer, que cada uno tiene una forma de dar y recibir amor. Nadie, en eso, es sustituible. Un placer leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rosa
ResponderEliminarCualquier guerra deja tras de sí rostros de terror, de desesperación y unas miradas ahogadas en dolor que, como humanos, nos hieren las entrañas.
Creo que la mirada tiene el lenguaje sincero, inequívoco del sentimiento. La palabra, a veces, se pierde por otros derroteros. La mirada siempre es fiel a su argumento. Es por eso que en las crónicas de guerras y desastres unos ojos hablan mejor que un micrófono. No es tu caso, María Jesús, pues tú has creado un relato muy bien descrito y certero de esas miradas.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Carmen.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en que las miradas expresan lo que silencian las palabras.
En estos tiempos de rostros ocultos, nuestras miradas se han convertida en elocuencia.
Un abrazo.
Manuel de Dios hizo una sinécdoque bellísima porque con una parte , que eran esos rostos representó un todo que fué la pandemia.
ResponderEliminarY tu relato M Jesús podría ser una bellísima metonimia donde has concentrado un todo en esta pequeña parte que es tu relato. Con poco has dicho mucho.
Muy bonito homenaje.
Muchas gracias, Gema
ResponderEliminarM alegro de que hayas entendido el relato como un homenaje, porque esa y no otra ha sido mi intención.
Un homenaje pequeño a unas personas " grandes"
Un abrazo
Poco puedo aportar a lo dicho antes... Quizás admiración por los profesionales , voluntarios, familias...
ResponderEliminarGracias a ti por está foto en detalle...
Bs