Era un día de invierno de 1960 en Valladolid.
Hacía mucho frío, pero un sol radiante. El patio del colegio estaba lleno de chavales, corriendo detrás de los balones.
Ese año, después del verano, empezábamos ingreso y ya nos considerábamos mayorcitos.
Entonces, un silencio se extendió por todo el patio y los frailes tocando el silbato, organizaron las clases.
Por el portón que daba a la calle, entró en ese momento un hombre mayor, con una maleta y un rollo muy grande.
Los frailes bajaron una mesa de escritorio.
En un extremo del patio, colocaron la mesa con una escribanía, un teléfono, plumillas y unas hojas, también un globo terráqueo. Detrás, una pared con un cuadro, una ventana y cortinas.
Uno a uno, fuimos pasando por orden y el señor nos indicaba que pusiéramos cara de mayores.
Esta foto la guardo con mucho cariño, pero sé, que, si la pierdo, un domingo me iré al rastro de Madrid y buscando en las postales y fotos antiguas, encontraría una en la que me pareciera.
Lo que cuentas es un recuerdo compartido con toda una generación. Yo estudié en un cole de monjas y el silbato, el montaje del escenario, el fotógrafo y la foto, es clavado. Yo tengo una foto igual pero con mi cara, jajaja. ¡Qué recuerdos, Epífisis!
ResponderEliminarSi pierdo la mía, por favor Rosa, déjamela para hacer un montaje, aunque me quede con coletas.
EliminarEfectivamente, yo también tengo una foto muy parecida, pero sin teléfono.
ResponderEliminarM sorprende cómo recuerdas y enumeras todos los detalles en torno a la fotografía.
Yo sólo recuerdo la fila y la voz de la monja reclamando silencio.
Un saludo, Epífisis
Unknown, vaya nombre que te han puesto. Los detalles me los da la foto, pero el día si lo recuerdo.
EliminarUn saludo.
En mi caso, el momento foto pasó de ser hora de recreo a días de tortura. Los primeros años mi madre visitaba puerta por puerta a las vecinas con la foto metida en un sobre, al sacarla no permitía que la cogieran para no dejar las huellas y alardeaba de mí y del pichi o del jersey de punto que llevaba puesto y que ella había confeccionado para la ocasión.
ResponderEliminarA partir de quinto curso empecé a recibir bronca doble.Por la tutora por negarme a posar en la foto. Por mi madre por verse obligada a comprar otra fotografía y no creer en mi negativa.
Carmen, yo no me lo planteé, no era tan reivindicativa como tu.
EliminarUn saludo.
Yo también tengo una foto parecida, sentada en una mesa con un mapa detrás y mirando sonriente, era en la escuela de mi pueblo y debió ser un acontecimiento porque es de las pocas fotos que tengo de pequeña. Llevaba un jersey de lana, normal, mi hermana mayor llevaba babi, debió pillar mejor época, o no, jeje, mi última época ya estábamos mezclados todos porque no había casi niños y nos daba clases el maestro del pueblo a todos.
ResponderEliminarMe has traído unos gratos recuerdos. Gracias.
Por eso digo Valentina que no somos tan distintos.
EliminarHoy, las diferencias son mayores.
Esto del mes de las fotos parece que nos aviva la nostalgia, jaja y parece que todas nuestras nostalgias se parecen. Seguro que, además del día de la foto, también recordáis un día especial de muchos nervios (éste mucho más macabro), el día que llegaban las mujeres de los piojos a mirarnos la cabeza y temblabas en la fila hasta que comprobabas que llegaba tu turno y no te dejaban apartada a su lado. ¿Sí? ¿iban a vuestro cole?
ResponderEliminarAl mío no. Tal vez en mi generación ya se dejó de hacer. Jajaja.
EliminarEs broma. En mi cole se mandaba nota para que las madres miraran las cabezas e hicieran "la operación del vinagre" si se daba el caso.
La revisión de piojos, la leche de los americanos....
EliminarEn el Raimundo Lulio solo hacían foto individual de la primera comunión... el resto eran de toda la clase... madre mía qué recuerdos.
ResponderEliminarBs
Será porque nos hacemos mayores......
EliminarYo he cumplido los 70.