¡Cómo le gusta a Silvia tocar la trompeta!
No tuvo ninguna duda a la hora de elegir instrumento, tenía que ser uno de viento.
Lo de soplar es fantástico, cuando algo se sopla todo se vuelve mágico alrededor. Silvia lo sabe desde el primer cumpleaños que recuerda: te encienden las velas, las miras mientras te llenas de aire, lo mantienes unos instantes, cierras los ojos y soplas con energía lanzando tu deseo.
A Silvia también le gusta soplar los dientes de león. Éstos, en cambio, hay que soplarlos suave, continuo, pero suave, y el deseo se desliza y vuela con las semillas.
De modo que lo tuvo claro, ella tocaría la trompeta.
No falla un día, después de sus deberes, la saca del estuche, prepara los labios y sopla con todas sus fuerzas para que salgan sus deseos. Y sueña que es una trompetista de jazz, y sueña que un piano acompaña sus notas y, cuanto más sopla, más sueña y, cuanto más sueña, más fuerte sopla.
Pepe, el vecino de Silvia, todos los días, cuando ella termina los deberes, sueña también al escuchar su música. Él también se prepara, cierra la ventana, se sienta en el sillón, eleva las piernas y, poniéndose los tapones, sueña con el día que ese fa comience a sonar afinado.
A Silvia le gustará soplar, pero a mí me gusta leerte, Alicia. Y, como su vecino, Pepe, me pongo mis tapones para que nada me distraiga de tu relato y que me lleve por donde tú quieras. Al fin y al cabo, a los placeres hay que abandonarse. Un abrazo, Alicia.
ResponderEliminarGracias Rosa. Es un gusto escribir en el blog y leeros a todos, y ver historias tan distintas en cada relato.
ResponderEliminarNada como la determinación en la vida. Silvia lo tenía claro. Y seguro que afinar a él fa y logrará lo que se proponga. Buena historia Alicia.
ResponderEliminarViví en mis carnes ( mejor dicho, en mis oídos sin tapones) el sueño de Pepe, cuando el sueño del hijo de mis vecinos era ser pianista. Las escalas musicales desafinadas trepaban por las paredes sin tregua hasta que un día sonaron armoniosas y empecé a acompañarlas con la mímica de mis dedos.
ResponderEliminarMe sumo a las felicitaciones de tu estupendo relato.
Alicia, me gusta la claridad expresiva de tu relato. Sin divagación alguna, nos conduces hasta Silvia y su trompeta.
ResponderEliminarUn relato muy visual
. Me resulta fácil ver a Silvia y escuchar sus sonidos de viento.
Como dice Alicia, da gusto leer las historias de cada persona de este grupo...
ResponderEliminarMuy original BS