Estas fotos son de mi barrio, Carabanchel. Parece pobre, y lo era, pero no nos faltaba nada. No había parques, polideportivos ni campos de fútbol, pero éramos ricos en descampados y charcos profundos, cuando llovía. Corríamos como locos de un lado a otro sin preocuparnos de
Jugábamos a la comba, la goma, el truque, las chapas, al balón prisionero… hasta que, a la hora de cenar, se escuchaban los gritos de nuestras madres desde el balcón: PEPITOOOOO A CENAAAAAR. Rápidamente aprendimos los matices de su voz: si estaba enfadada por algo que no habías hecho pero que debías hacer, se escuchaba como un aullido atronador; si quería mandarte a hacer un recado, era pura música; si había visto los deberes en blanco, sonaba a coscorrón; si, mientras tendía la ropa, te pillaba peleándote en el barro, el rugido podía llegar a despeinarte. En cualquier caso, mirabas su cara y, con el estómago anudado en la garganta, corrías a casa porque, pasase lo que pasase, te jugabas que te castigara sin salir, y eso era algo que no debía ni podía pasar. Encerrado en casa, no, nunca, jamás.
Yo he conocido Carabanchel desde 1961, cuando estaba el Gómez Ulla antiguo.
ResponderEliminarMi padre era médico militar y cuando iba con él comíamos oreja en un bar a la salida del metro.
En los juegos las tabas, los cromos, el taco, el clavo.......
Sí, señor. El de Carabanchel ha sido la única boca de Metro de mi barrio durante muchos años, casi desde el pleistoceno. Ahora tenemos por todos lados autobuses, carreteras, centros comerciales... En fin. Un abrazo.
EliminarYo no conozco Carabanchel.Me crié en un pueblo de la Cuenca Minera, pero a pesar de la distancia, me reconozco en tu infancia: las, clases, los deberes, los juegos...
ResponderEliminarM gusta mucho cómo has descrito los distintos matices en la voz de la madre.
Un saludo, Rosa
Pues sí, nuestra infancia es callejera, sea donde sea el lugar donde has crecido. Un abrazo.
EliminarMe encanta todo el relato pero me quedo con la última frase "...pero encerrado en casa, no, nunca, jamás". Eran tiempos donde se veían niñ@s jugando por las calles a todos esos juegos que mencionas. Actualmente ¿ dónde están los niñ@? Afortunadamente siguen existiendo los patios de colegio pero si te quedas observando algún recreo no hay pata coja en el truque, ni dubles con pies juntos, ni saltos en el churro. Se ve una infancia con mucho menos movimiento y a mí me da susto.
ResponderEliminarEs verdad, que te castigaran sin salir era lo peor de lo peor. Ni siquiera cuando había tele era un buen plan quedarse en casa viendo a Locomotoro y Valentina. Nada podía sustituir a tus amigas, tus juegos, tus rodillas llenas de heridas.... en fin, ¡recuerdos! Un abrazo.
EliminarMe gusta mucho tu relato, Rosa, me reconozco en los juegos y en los charcos. Como dice Carmen, ahora no veo jugar a los niños en mi barrio, los juegos son más solitarios y con máquinas y me da un poco de pena. Me encanta las diferentes voces que describes en las madres, está clavado, jejeje. Un abrazo.
ResponderEliminarNuestras infancias se parecen y los gritos de nuestras madres, también, jejeje. Un abrazo, Valentina.
EliminarMemorias de otra época en la que nos reconocemos. Nos has trasladado a ese tiempo y describes no sólo un barrio sino una forma de vida. Has conseguido Rosa el poderoso efecto evocador de la palabra y la imagen.
ResponderEliminarGracias por el viaje en el tiempo.
Gracias, Gema. Ahora cuando voy a mi barrio y lo veo lleno de bloques, coches y asfalto me dan pena los niños, con tantas cosas y tan poco espacio para correr. En fin. Un abrazo.
EliminarIgual de bien le habría pegado el título "Vallekas", o supongo que cualquier otro pueblo o zona de extrarradio sesenteros-setenteros. Nada que ver con la vida en el centro de Madrid, que se parecía más a la de los barrios actuales. Cuando yo me cambié con 6 años al centro desde Vallekas, se que gané otras cosas, pero dejé de tener esas fotografías en mi álbum.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Alicia. Vallecas y Carabanchel se dan la mano en muchas cosas, pero sobre todo en descampados y charcos. Ahora están ambos llenos de coches y bloques. Un horror. En fin, cambian los tiempos. Menos mal que somos mayores. Un abrazo.
EliminarPoco puedo aportar a estas alturas Rosa... Lo mismo he vivido en mi Vallecas con mi padre, cuando íbamos a ver a entrenar al Rayo...
ResponderEliminarLa vida era en la calle; donde los niños jugábamos a un balón prisionero...
Qué bonito Rosa... Bs