La lluvia arrullaba mis sueños. Hacía tiempo que no prestaba atención a ese instante de mi vida, quizá es que ya no daba importancia a los momentos devanados conmigo misma, al fino soliloquio de mis ideas; puede ser que me haya perdido entre el croar de los fuegos artificiales de mi rutina, como se extravían los niños en el rumor de la indiferencia. Esta noche, el sonido de la lluvia en los cristales me traslada a otros sucesos de mi vida, hacía tiempo no peregrinados, que volvían a poner una sonrisa en mi pasado, por el simple hecho de pensar en él, de pegarme al sueño de la fantasía y parir al niño que habita en mí, con el que me enfadé en su día y castigué al trastero de mi desmemoria. De ahí empezó a salir él, despacio, con una tímida sonrisa que abrió paso al asombro, cuando contempló la alfombra roja que le tenía preparada para que pisara firme, como una estrella de cine.
miércoles, 28 de abril de 2021
08. Revelación. Valentina Velázquez Hontoria
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Valentina, una vez más me emocionas. A veces se nos olvida cuidar al niño que somos, que fuimos, que siempre seremos. A veces solo tenemos que recordarnos para querernos de nuevo. Y esa alfombra roja... ¡qué gran idea! Ahora mismo voy a por una. Leerte es mucho más que un placer, es introspección, sabiduría, aprendizaje.
ResponderEliminarHe leído tu relato a ritmo de otoño, recorriendo tus palabras como se acompaña a las gotas de lluvia al resbalar lentas por el cristal. El resultado ha sido hipnótico y me afirmo en tu argumento.
ResponderEliminarQué buenos recuerdos trae la lluvia… Son un impulso para saber de dónde venimos y de lo que somos capaces de hacer… o escribir mejor dicho…
ResponderEliminarBs
La lluvia, las nubes, el mar... Todas esas cosas que son una excusa perfecta para pasar un ratito con nosotras mismas. Estupendo leerte para recordarlo.
ResponderEliminar