Cuando mi madre suspiraba mucho a mí me faltaba el oxigeno. Yo barruntaba esos días como barruntan las ranas la lluvia antes de que caiga. En cada exhalación suya mi madre expulsaba sus malos pensamientos y la casa se llenaba de un ambiente pesado y denso que lo invadía todo. Mi madre se asemejaba entonces a las plantas, que por la noche consumen oxígeno y desprenden dióxido de carbono.
Yo esos días de muchos suspiros acababa poniéndome mala, porque respiraba toda esa preocupación y, después, la echaba en forma de diarrea o vómitos o me subía la fiebre. Era mi organismo defendiéndose de mi madre.
Por eso cuando ella canturreaba mientras hacía las tareas, -y lo hacía de maravilla, flamenco o copla-, yo era feliz como una perdiz y la casa se llenaba con un ambiente limpio y notaba como el oxígeno que mi madre generaba en su canturreo entraba en mis pulmones.
Esto no ha desaparecido con los años. Ni siquiera con el hecho de que ella ya no esté. Hay días que me pesa el aire y otros en los que soy liviana como una hoja que arrastra el viento. Y en un pensamiento mágico la imagino suspirando o canturreando.
Gema, tienes el don de meterte muy dentro. Cuando mi madre no sabe cómo decirme algo, sonríe y mira al suelo. Entonces espero, en silencio. Si le pregunto, insisto o me pongo pesada, cambia de tema. Son esos pequeños gestos que llenan de significado nuestro mundo y que hacen inolvidables a los seres más queridos, son los más valiosos. Es un placer leerte, y un acto de intimidad.
ResponderEliminar¡ Qué reconfortante sensación de que tu parto literario ,tan extraordinariamente llevado a término,sea el parto de muchas de nosotras que no sabemos definir con palabras la simbiosis!.¡Maravilloso Gema!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la metáfora con la respiración de las plantas y cómo cuentas cuánto nos se nos contagia el ánimo con el de las personas que nos importan
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. Me alegra saber que también se ha establecido simbiosis entre nosotras. Es la magia de la literatura.
ResponderEliminarPensaba que lo de mi madre era cosa mía... pero gracias a ti Gema he visto que no soy el único... A mi madre no la he visto cantar nunca; cantar y escribir transforma a las personas... por cierto a ver si nos vacunan y retomo mis clases de canto... que falta me hacen...
ResponderEliminarUn abrazo