Tomar el sol en el cálido pedernal
Cantar hasta debajo del agua
Mirar quieta y atenta como una rana la libélula levitante sobre el nenúfar.
Percatarme de él por su torpón movimiento cuando viene hacia mí. Sonreír porque noto que se infla como un pavo al verme.
Platicar contenta a su lado sobre la lluvia que acecha porque no hay mosquitos, sobre si hoy el grajo, vuela bajo.
Un drunch de los de ahora o una merienda-cena de las de siempre, temprano, a la caída del sol, sin perder de vista la paleta de colores cambiantes sobre los juncos.
Arrebujarnos en una trenza de cuatro ancas de rana.
Arrullarnos.
Llamar a cada estrella por su nombre hasta el sopor narcotizante.
Un suspiro,
Una afirmación: “¿Quién querría, cariño, habitar un palacio como el de Sisí? “
Un buenas noches.
Un Croac, croac.
Delicioso, sutil, hermoso... Imposible decir más, sentir tanto con tan breve balance. Es un placer leerte, Carmen.
ResponderEliminar¿Quien quiere ser príncipe o princesa? Con tu relato siento la necesidad de un beso que me transforme en rana. Algún voluntario o voluntaria por favorrrr!
ResponderEliminarYooooo... te paso mi móvil... Gema!! Y con suerte me convierto en rano también...
ResponderEliminarCarmen qué magnífica masterclass del mundo ranil... dramatizado. Espero aprender muchos meses contigo...
Un abrazo
Gracias a tod@s.Yo también me inflo como una pava cuando leo vuestros comentarios y mi andar se vuelve torpón como el del sapo.
ResponderEliminar¡Qué bonito es el amor! Aunque sea verde y en una charca :)
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