Ana llegó, a mediodía, al puerto de Barcelona, con una única ilusión embarcar en aquel maravilloso barco que se alzaba ante ella, como si de un edificio de doce plantas se tratara, ¡se sentía tan pequeña! Le parecía imposible que algo tan grande pudiera deslizarse por el mar de la misma manera que aquella barca de pedales con la que disfrutaban cada verano.
Necesitaba hacer este crucero, tenía que meditar sobre su futuro, enfrentando el presente. Divorciarse era algo que tenía que hacer, la relación era insostenible, el día a día penoso, pero que todo ello conllevara renunciar a su hijo de doce años le había producido un dolor tan grande que necesitaba huir de su entorno.
Ya en el puente, mirando hacia el puerto, con el viento de levante moviendo su cabello y unas lágrimas ahogadas cayendo por sus mejillas pensó en su hijo, probablemente ya estaría en Inglaterra, su padre era inglés y había vuelto a su país llevándoselo.
Encaró el viento, que soplaba con fuerza, cerró los ojos y se dijo así misma “Sé que lo entenderá, sé que me perdonará y sé que algún día nos volveremos a abrazar”
Valiente y triste a la vez. Me ha gustado tu relato porque hace pensar, principalmente por la decisión tan terrible de una madre que tiene que sobrellevar, además, ser prejuzgada por la sociedad y lo más importante, su hijo.
ResponderEliminarMuy entrañable tu relato y, al igual que Valentina, emociona esas duras decisiones que , a veces, hay que tomar en la vida.
ResponderEliminarEnhorabuena ,Mari Luz. Tu segundo apellido coincide con el mío. Quien sabe, igual somos familiares lejanos.
Muy entrañable tu relato y, al igual que Valentina, emociona esas duras decisiones que , a veces, hay que tomar en la vida.
ResponderEliminarEnhorabuena ,Mari Luz. Tu segundo apellido coincide con el mío. Quien sabe, igual somos familiares lejanos.
La mejor decisión es dejar que disfruten de la libertad de hacerse mayor... de crecer por dentro y por fuera. Es el mayor acto de amor de los padres...
ResponderEliminarUn saludo
Tu relato deja un sabor agridulce. La difícil decisión de la protagonista de salir de una situación fea sin perder la esperanza de lo único que le importa: el abrazo del hijo. Me ha gustado mucho.
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