Empezamos marzo y ya es hora de revivir, rememorar, contar nuestros recuerdos. Como la vida funciona sola y no tenemos que decirle, minuto a minuto, a nuestros genes, bacterias, virus, órganos y células cómo tienen que hacer su trabajo, podemos dedicarnos a vivir, planificar y a sentir. Y ahora, precisamente ahora, nos toca recordar, aparcar nuestra vida metabólica y permitir que rebrote la experiencia.
Ya sabemos que vivir es una contradicción entre hacer y pensar, por eso, de vez en cuando hay que pararse a contemplar lo hecho, las sensaciones asociadas a esos recuerdos, nuestras equivocaciones y nuestros éxitos. Hay que pararse a descoser las emociones negativas a los recuerdos y aprender a valorarlos como enseñanzas, nunca como errores. Hay que amasar bien los recuerdos, porque el mundo no es algo dado, es necesario erigirlo. Y cada uno erige el suyo.
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