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domingo, 26 de junio de 2022

06. Felices del revés. Julián Rumbero

Una pelusa juvenil y un remolino de mechones que presidía su frente, le hacían parecerse al busto de Esopo con el que hablaba la tía Úrsula. Creyéndose heredero de aquel príncipe de las fábulas, Calixto fabulaba también, si bien de una forma peculiar.

Cuando llegaron al pueblo de cal y azules, él huérfano y con un voluminoso libro bajo el brazo, y Úrsula con su escayola del griego, vieron a Penélope, una niña que solía esperar la vuelta de su hermana mayor, extraviada en los versitos un tanto húmedos que un trovador deslizara en sus orejas de duende. Penélope le preguntó por qué era tan grande ese libro.

¡Porque es la casa del gato con botas!, respondió Calixto. ¿Y también vive ahí Blancanieves?, preguntó la pequeña. Calixto asintió añadiendo sus vecinos Dumbo, el oso Baloo, un soldadito mutilado y bastantes más.

Fue cuando comenzó girar las fantasías de otros. Pinocho era un agente de seguros cuyas narices servían de columpio a un grillo sabio. El lobo aborrecía la carne y Caperucita, empeñada en alimentarlo con moras, siempre andaba teñida de colorado.

A Penélope le gustó esa forma de jugar y apostó a que el patito feo besó a un sapo o que Pulgarcito era un melón. Ahora Calixto, anciano también, le informa a Esopo que pondrá los calendarios del revés para que Penélope vuelva a aquella estación.

2 comentarios:

  1. Y entre la pelusa juvenil de Calixto del principio y su ancianidad del final, imagino toda una vida de estupendas fantasías compartidas con Penélope. Estupendo relato, Julián. Gracias por compartirlo.

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  2. Ese anónimo era yo, jaja

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