Sucedía siempre a la salida
del instituto.
Volaban los móviles, las
mochilas y las chupas de marca. Los siete cabritos (así se les llegó a conocer
en el barrio) se ponían en acción a las dos de la tarde. A veces a punta de
navaja.
Actuaban en distintos centros
de educación secundaria separándose en dos grupos de dos y uno de tres. Sus
presas eran muchachos y muchachas que regresaban solos a sus casas.
La madre de Tomás siempre
advertía a su hijo que cuando llegase, cerrara bien la puerta y no abriera a
nadie. Pero las garras blancas se mostraban mucho antes de llegar a casa.
Aparecían al doblar la esquina de la calle, en el soportal del bloque hasta donde
siguieron a Nerea o en el vagón de la renfe donde, segundos antes de llegar a la
parada, arrancaron de las manos el móvil de Mónica.
Al inspector Sote el asunto le
hacía bostezar. Solo deseaba que pasasen rápido los dos meses que le faltaban
para su jubilación. Las escandalosas alarmas y demandas de madres y padres le rebotaban
en los oídos como pelotas de frontón. Debía echar mano, como en otras tantas ocasiones,
del recurrido “estamos en ello" hasta que le sustituyese el nuevo
inspector Feroz con su intachable profesionalidad y su olfato de infalible
sabueso.
Siempre me he preguntado porque hay cabrit@s que necesitan acosar, asustar y maltratar a otr@s como hacen en tu cuento. Creo que quizás nadie les ha invitado a cenar
ResponderEliminarSería estupendo que les dieran algún consejo los cerdos y los lobos del cue to de Cristina. Jajaja.
Un retrato muy acertado de una problemática muy real, el reverso de tu cuento, Carmen
Errata : " estamos en ello"". No entiendo por donde se ha colado """ ni qué querrá decir. Mi intención era escribir " estamos en ello" . Pido disculpas. Un saludo
ResponderEliminarParece que después de todo, los ordenadores no ejecutan nuestras órdenes y empiezan a revelarse.
ResponderEliminarA mí los ordenadores me pueden. Siempre he estado en sus manos. Intento alejarme pero me persiguen. ¡¡ Donde esté un fiel y buen boli...!! Jajaja
EliminarSe me ocurre que sería un buen caso para el inspector Feroz acabar, también, con esta panda de cabritos sublevados. De aquí saldría otro micro " El caso de los cabritos sublevados". Jajaja
EliminarEsperemos que el inspector Feroz se los coma porque gente así, sobra. Muy bueno tu relato y muy ingenioso, Carmen
EliminarEse tipo de cabritos se merecen un inspector Feroz con hambre insaciable y que los devore cuando los encuentre. Me ha gustado mucho tu relato.
ResponderEliminarAl final, todos los cabritos son unos cobardes cuando aparece el lobo y se esconden debajo de las mesas, o del horno... Los cabritos solo atacan a las tranquilas ovejas, pero se cagan por las patillas con el lobo feroz.
ResponderEliminar(Por cierto, " es precisamente una comilla doble para los navegadores. Por algún extraño motivo, no lo están interpretando correctamente).
Jaja, ¿Ves? Yo he puesto """ y me lo ha traducido a ".
ResponderEliminarCreo que ahora, encerrándolo en comillas, me lo pondrá tal cual
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBueno, no hay manera, lo traduce 😅
ResponderEliminar