Hace cuatro años que mi madre está perdida.
Pero por la tarde, me la encuentro en la silla de ruedas de la Residencia. Unos días dormida, otros gritando, ahora me quiere y luego me odia.
Algunas veces me da un papel en su vida anterior, del que no me sé el libreto y otras me hace llorar.
Por la noche estaba agotada. Ya en la cama me pidió que le contara un cuento. Empecé, “Érase una vez…” y en ese momento cerró los ojos quedándose tranquila o dormida. Le suelo contar el de Juan sin miedo, el de Blancanieves o el de los tres cerditos. Me agarra las manos como si no quisiera desprenderse de mí.
Mañana el de Pulgarcito, me acuerdo cómo me cantaba ella, “pachín, pachín, pachín…”.
Y así todas las noches, el cuento de nunca acabar o un cuento al revés.
Ahora soy yo el que subo el embozo y le doy un beso en la frente y me voy.
Tu relato está repleto de ternura. Es duro ver como nuestros mayores se vuelven tan indefensos como lo éramos nosotros de niños. Un placer leerte!
ResponderEliminarTu relato está repleto de ternura. Es duro ver a nuestros mayores tan indefensos como estábamos nosotros cuando éramos niños. Un placer leerte!
ResponderEliminarBonito y tierno cuento al revés. Regresamos al punto de partida, supongo. La vida nos hace círculos y el principio y el final se encuentran. Cambian los papeles de los protagonistas. El argumento permanece. El amor sube el embozo siempre.
ResponderEliminarDivago. Sin embargo tu estupendo relato es claro con escenas llenas de detalles que lo cuentan todo. Saludos
Nacemos dependientes y morimos dependientes y, en el camino, deberíamos aprender a querer, ayudar, cuidar, asistir, a todos aquellos que nos quieren, que son dignos de nuestro afecto y, por extensión, a todo aquel que merezca este aprendizaje, para que también lo haga y vea lo bien que sienta querer. Tu madre sabe que estás, te siente, aunque no te lo comunique. Que no te quepa ninguna duda. Maravilloso, Epífisis.
ResponderEliminarLo único que puede salvarnos es el amor, ese del que siempre queda un rescoldo en una escondida neurona, esa que conecta directamente con el corazón. Tu lo has reflejado a la perfección Epífisis en tu relato y hemos conectado enseguida con esa emoción.
ResponderEliminarUna mezcla de sentimientos muy rara y muy intensa cuando los cuentos se cuentan al revés y son los padres quienes los escuchan. Precioso tu relato.
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