Lo que no sabía Lucía es lo que ocurrió después de que sus planes hubieran salido tan bien, es decir, después de que el astuto de su padre convenciera a la bruja de su madre para que transformara al pobre gato en dragón, y se corriera la voz por la comarca de que una pobre damisela había sido raptada por un malvado dragón y así hacer que el bello príncipe la rescatara y después se casara con ella.
Después de comer perdices y durante la luna de miel, Lucía descubrió cómo su estrategia no dio lo esperado, pues el viaje consistía en ir de un sitio a otro y en cada uno de ellos lo mismo.
Al llegar, después del protocolo de recibimiento, había una audiencia con otro príncipe que también había dado caza a un dragón, y su querido príncipe solo hablaba del dragón por aquí, del dragón por allá y ella cada día más sola y quemada de escuchar y aplaudir a tanto fanfarrón; hasta que un día su hoguera interna fue tan grande que las llamas le salieron por la boca y siendo tal la obsesión del príncipe la confundió con un dragón.
!Hay que ver, lo que son capaces algunas mujeres con tal de casarse!
ResponderEliminarClaro que después pasa lo que pasa. Gracioso relato.
¡Qué bueno, Antonio! Eso lo que pasa cuando la amargura crece y crece, que se convierte en llamas y, francamente, mejor que salgan. En fin, ya sabemos que lo que mal empieza..... Un abrazo.
ResponderEliminarTu relato empieza en azul y termina en rojo. Expresas muy bien como se crea la sensación de hartazgo y como explota cuando se convierte en amargura insoportable. ¡Enhorabuena!
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