Desde su última misión, papá está
muy ocupado en el desván. Oímos golpes
de martillo y sus maldiciones al apretar tuercas rebeldes. Ayer nos enseñó su
alambique espacial, un enorme embudo, orientado a Venus, que destilará su
cuerpo hasta convertirlo en un alma aérea y sensible, dice. Mamá me abrazó satisfecha cuando nos cegó el relámpago, y también cuando tuvimos
que ir a subir los plomos de la luz.
Mamá me regaña cuando le digo que
papá es un fantasma. Me dice que ahora es un espíritu reposado y libre, que ya no tiene cuerpo mortal y que cierre las
ventanas para que no entre corriente, porque papá no está para muchas fiestas.
Una vez más te revelas como una auténtica maestra. No sé qué me ha gustado más: el relato o la animación a bailar con las letras de nuestro nombre. Un beso muy grande!
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