Las letras de tu nombre, son claras y sencillas. Como eres tú. No son letras que escuezan, ni se turben al pronunciarlas, ni tiemblen en mi boca cuando pronuncio tu nombre, Carlos. Las letras de tu nombre son el pasaporte de entrada a casa, cuando te llamo, cuando espero que me contestes, sintiendo tu voz como un cálido abrigo sobre mis hombros, en un día frío. Ese regalo sencillo de oír tu voz, cuando las llaves caen en el aparador de la entrada, sin miedo y sin derrota. Cuando asomo la cabeza por la puerta, como una chiquilla atolondrada en busca de su primer amor.
Sentado en tu sillón, en ese que has hecho tu compañero, tu refugio, tu atalaya, donde observas en silencio, la televisión, las voces de tus hijos, mis palabras desde cada rincón de la casa, incitándote a responderme con las tuyas. Ese enemigo silencioso que mi terquedad vence cada día. No hay fuerza suficiente para dejar que me venza, ni en mis sueños, dejare de pronunciar tu nombre. Con ese sabor dulce, acogedor y caliente, como una taza de café entre mis manos, frente a la chimenea. Amo pronunciar cada letra de tu nombre, porque fue lo primero que conocí tuyo e hice mío, tu nombre, Carlos.
Anabel, tú también eres clara y sencilla, y se nota en tus relatos, que son el resumen perfecto de unos sentimientos profundos dichos así, como dices tú, de una manera clara y sencilla. Me estoy repitiendo un poco, pero no sé cómo decirte lo mucho que me gustan tus relatos y lo bien que me sienta ser espectadora de tus sentimientos. Espero leerte mucho tiempo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, este lugar me ha dado esa oportunidad. Y ojalá estos pequeños relatos, algunos tristes, otros de superación...pero todos de lucha y llenos de sentimientos como tú dices, sirvan para animar a escribir, pero sobre todo para seguir luchando. Un abrazo.
Eliminar