Fue el primer cumpleaños con memoria. Antes, sólo la nebulosa de un elefante de cera, sin disfraz de circo, libre entre acacias que se trajo del televisor en blanco y negro con la voz de Félix. Un libro ilustrado con las palabras muy grandes y los hijos del capitán Grant a bordo de un globo. Un balón de fútbol cuando no había asesores fiscales. Un jersey con urticaria.
El papel de regalo envolvía una caja. La zarandeó y sólo escuchó el silencio de su vacío. Fue inútil pedirle que no rasgara el papel, podrían emplearlo en el regalo de su prima, el mes que viene. La caja era recia y de madera, supuso que como la del árbol más viejo del parque. Dentro nada. Pero escuchó que lo mejor es que tú la llenarás. Se encogió de hombros.
Hoy vuelve a abrirla en el que, cree, será su último cumpleaños. Dentro siguen su pluma estilográfica, algunos cromos, canicas y el cuadernillo de pastas granates donde escribió los poemas con los que amó las chicas que no le amaron. Regalo para Rosa, su nieta. Aún hay suficiente espacio para sus sueños aunque ella aún no lo entienda.
Sin duda, Julio, el mejor de los regalos es una vida entera para llenarla. Bonito relato lleno de matices que acrecientan la sensibilidad en el lector. Gracias por compartirlo y disculpa que lo publicara un poco tarde, a pesar de haberlo enviado a tiempo. Un abrazo.
ResponderEliminarAunque con retraso, gracias a ti y a quienes como tú hacéis posible cumplir sueños porque creo que, muchas veces, de eso se trata cuando juntamos las palabras.
Eliminarmás vale tarde que nunca y este micro para ser el último del mes tiene mucho contenido de vida vivida. Sigue, Julio, por favor escribiéndonos estos magníficos relatos.
ResponderEliminarLo haré, relatillos más bien. Gracias Antonio
EliminarMás vale tarde que nunca! Este micro para ser el último tiene un gran recorrido de vida vivida. Sigue, por favor, Julio, deleitándonos con estos micros .
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