Era un día gris, ventoso, desapacible, de un abril enfurecido; el siguiente a su jubilación anticipada, cuando supo lo que era vivir.
En la academia de
interpretación para actores recién estrenada con su amigo Horacio, le habló de
su problemilla.
Horacio ya había pasado por la
dificultad de vaciar del todo su vejiga, o la imposibilidad de aguantarse y
tener que orinar en el jardín más próximo.
- Te he conseguido una cita a las ocho. Te harán la prueba después de rellenar tu historial; el doctor Polonio es una eminencia.-
El reloj de recepción marcaba las ocho y media cuando Hamlet pasó a consulta.
- Me llamo Grimhilde. El doctor Polonio está en el quirófano. No se preocupe, estoy al tanto de todo. Es normal pasados los sesenta...No obstante, si le incomoda que sea una doctora; podemos dejar la prueba.- Dijo; ajustándose con un chasquido el guante de látex.
- Prefiero terminar de una vez.
- Pensó en los dedos finos...
- Perfecto, túmbese de lado con las piernas dobladas...-
En un espejo, vio una
sonrisa maligna en unos labios de carmín. Unos ojos azules lacerantes, pelo
negro recogido, su elegante bata negra ¿Y... esa manzana roja en la mesa?
Me ha encantado, Rafa, muy buena versión de Hamlet. Siempre me ha llamado la atención ese miedo infantil de los hombres a cierta prueba médica. ¿Es real, o aumentado para proteger la hombría? Ahora ya lo comprendo 😃
ResponderEliminarSi te sirve de respuesta ya llevo tres colonoscopias… para empezar…Jejeje
EliminarHay una serie en Netflix “El método Kominsky” que me dio ideas…
Bs
Muy divertida tu versión de Hamlet, Rafa!
ResponderEliminarMuchas Gracias por tu comentario Amaragua. La verdad que según iba escribiendo tenía que aguantar la risa…Bs
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