Su
vida se quedaba sin oxígeno. No hay problema- pensó. Un paseo por la primavera antes
de comer, antes de volver a cuidar de su padre.
Se
perdió por senderos serpenteantes y estrechos, flanqueados por pinos, robles y
encinas. Eso es lo que la relajaba, la adrenalina corriendo por su cuerpo; ella
a cien por las venas del bosque, con el aroma del viento explotando en su cara.
En
medio segundo una piedra hace que vuele hasta estrellarse en el suelo. Un
sonido seco de ramas partidas, sus huesos; dolor y más dolor, apenas puede
respirar.
Una
voz la tranquiliza. -Estás llegando a urgencias-. Radiografías, TAC,
analgésicos; siete costillas rotas, rotura de escápula. Alta voluntaria, maldice
su suerte; maldice en secreto a su padre.
Las
noches son eternas, como una condena al infierno. Siete costillas, ¿por qué
siete? – Se pregunta.
Siete maravillas, siete pecados capitales. La semana compuesta por siete días y las fases lunares, que duran siete
días cada una. La Lira, el instrumento sagrado de Apolo, consta de siete
cuerdas que originaban los tonos de los siete planetas. Los siete colores del
arco iris como base de pintura.
Grupos de siete elementos como los mares del mundo,
las botas de las siete leguas y los siete enanitos.
Y siete parejas en su vida que no cuajaron…
Siete aplausos, Santa. Me gusta... Espero la segunda parte ;)
ResponderEliminarEstá claro que el siete es su número. A ver qué nos depara la siguiente parte. Estoy deseando leerla. Gracias, Rafa.
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