Quizás quieras viajar hasta los Campos Flégreos. Son una vasta caldera volcánica, la mayor parte de la cual se halla sumergida en el mar de Nápoles. En su cielo, cuatrocientos años antes de Cristo, el camarada de un optimista fundó para las aves una fortaleza a la que llamó Cuculandia. Es cierto que sólo queda la puerta que construyeron con madera las bandadas de pelícanos, pero merece la pena. Desde allí, las aves quisieron la soberanía del mundo y se sirvieron de las murallas para impedir que los sacrificios que los hombres ofrecían a los dioses pudieran llegarles. Creían que de esa manera los rendirían por hambre. Sería un viaje increíble. Sólo necesitas un globo, podría ser el Sol, y la guía de los albatros sobre unas estelas blancas como olas. Si nos pertrechamos, además, con haikus de espuma y nube, será más fácil alcanzar el objetivo.
Nieves guardó silencio, acogida a su respirador artificial. Cuando dejaron un beso en la punta de su nariz, apremiados cariñosamente por Flor y sus ejercicios de rehabilitación, la mujer abrió los ojos y sonrió. “Me gusta ese sueño. ¡Es tan bello viajar¡”.
No importa cómo lo hagas, lo importante es llegar a los sueños. Gracias por compartir tus bellos relatos. Un abrazo.
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