Se acabó, doy por terminado mi romance con la nieve.
Voy a borrar o, más bien, voy a volver a editar mis recuerdos felices que tienen que ver con ella, nombrándolos como non gratos.
Los documentales sobre el polo norte, las películas que se desarrollan en paisajes heladores y níveos, el patinaje sobre hielo, los emocionantes saltos de esquí que siempre veía por la televisión, ese anuncio en el que salía un oso, más bien sería una osa, también en el reino animal las madres son cuidadoras principales claro, jugando con sus oseznos, deslizándose por laderas de nieve interminables. Por cierto que no recuerdo lo que anunciaba, es curioso.
Si se acabó mi adoración incondicional. Nadie me dijo que una fascinante y maravillosa nevada que convierte la ciudad en una postal navideña de ensueño, podría tornarse en un paisaje apocalíptico de escombreras de bloques de hielo ennegrecido, apiladas como barricadas en una guerra.
¡ A mí misma pongo por testigo que jamás volveré a ilusionarme tan ingenuamente con semejante traidora!, si por ventura vuelve a caer tan embaucadora y engañosa nevada.
Uy, parece que empieza a nevar. ¡ Ojalá cuaje!, en cuanto lo haga voy a bajar a hacer el ángel.
Es que la nieve hipnotiza, al menos en Madrid, que no estamos acostumbrados a ella. A mi ayer, ya me dio pena no verla desde mi ventana y mira que he echado pestes de los ayuntamientos por no limpiar las aceras...
ResponderEliminarPor cierto, no te digo qué anunciaba el oso por no hacer propaganda, pero yo sí lo se ;)
Creo q era una empresa de seguros.
EliminarLa nieve en la ciudad nunca dejará de fascinar,maravillar,crear ilusión y convertirnos en niñ@s de nuevo. Con la nieve nos convertimos en ángeles y artistas fabricando muñecos, iglús y meninas.Nunca, Gema,serás Scarlata O'Hara cumpliendo tu juramente contigo misma de testigo en cuanto a romance con la nieve refiere.Pero eso tú ya lo sabes.Te delata la última frase de tu relato. Muy buena la intención humorística en ese juego con los detalles del texto.
ResponderEliminarGracias, efectivamente creo que voy a intentarlo de nuevo. No doy por perdida esta relacion. Además esa niña que aún llevo dentro y que ignora la edad real del cuerpo que habita volvería a tirarse inconsciente y feliz a hacer el ángel.
ResponderEliminarCreo que lo que cuentas nos ha pasado a todos: ¡qué bonita es la nieve desde la ventana y qué ganas de que se vaya cuando vamos a trabajar! Ya quedan pequeños montoncitos negros y da pena porque ¿cuándo veremos otra nevada de este calibre? Bueno, a ver qué es lo siguiente, jeje. Genial tu relato, Gema.
ResponderEliminarLa anterior nevada me pilló estudiando FP2 con 18 años... tenía el pelo rizado y envuelto en él las ilusiones...
ResponderEliminarCasi 40 años... Veremos... nevar?
Bs