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martes, 8 de diciembre de 2020

04. Levedad lechera. Antonio López de Lerma

Caminando por la plaza mayor, bueno, caminando, no sé, más bien estaba flotando en mis pensamientos, cuando la puntera del pie derecho se engancho en un pequeño reborde de la baldosa.  

Mientras mis pies se movían descontroladamente y el resto del cuerpo los seguía,  intentando evitar el golpe,  pensaba, que leche me voy a dar y seguro que veo las estrellas,  y recordé que la Vía Láctea tiene más de 10 mil millones de estrellas, el Sol es una de ellas y no de las más grandes, y 200 mil años luz de diámetro, es la leche; que nombre más curioso el de vía, es como una línea de aprendizaje o desarrollo; no nos acordamos pero cuando nacemos tenemos una fuerza interior que nos hace tomar como vía alimenticia la vía láctea; por eso en esa época de nuestra vida es la de mayor experimentación y aprendizaje, cada momento es único, no comparamos,  y el asombro está en todo instante en nuestra mirada, es lo que la naturaleza nos pide, después que si la osa mayor, la menor, ponemos nombres a las cosas y creo ilusamente que lo controlo.

Un dolor de cabeza me saca de los pensamientos, primero me parece estar en un quirófano, no, las mascarillas son de distintos colores y están a la distancia de seguridad, estoy sentado en el suelo apoyado en la farola en la que seguramente aterricé.

Desde entonces miro al cielo como si fuera la primera vez y cada día tengo más presente la sensación del bebé que fui y retomo mis ganas de descubrir. 

6 comentarios:

  1. Lo que es la leche es tu voz interior yendo desde la Vía Láctea a la leche materna y luego pasando por tus recuerdos, jajaja. La verdad es que tienes razón: no importa de qué leche te nutras, mientras sepas quién eres. Es un placer tenerte otra vez por aquí y que tu imaginación enriquezca la nuestra. Un abrazo, Antonio.

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    1. Muchas gracias. pues si lo importante en esta vida, para mí, es no perder lacapacidad de busqueda y asombro, que cuando esta activa la vida es la leche.
      Un abrazo

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  2. Has jugado con ventaja, Antonio,porque como sabes los millones de estrellas que hay en la vía láctea no te hace falta contarlas aunque las veas con la caída.Me ha gustado especialmente el despertar de quirófano (muy actual) y coincido con Rosa en subrayar tu imaginación para crear ese nexo entre la vía láctea y la leche materna.Hay veces que hay que agradecer los rebordes de las baldosas.Un saludo

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    1. Muchas gracias por tu comentario Carmen; si aunque ya han pasado mas 60 años de cuando mamaba, algo quedo en mi memoria que me recuerda esos casi 3 años, seguramente maravillosos, en los que merendaba en un regazo de calor humano.
      Y si, no hay nada como un tropiezo para percibir la realidadcon todo su intensidad.
      Un saludo

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  3. Es cierto, Antonio, después ese empeño que tenemos en clasificarlo todo con sus nombres, tamaños, utilidades..., nos impide disfrutarlo todo de la misma forma que lo hacíamos de bebés... o de críos

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  4. No le ha venido nada mal ese tropiezo, le ha devuelto la sal de la vida, caminar por la vía como un aprendizaje.

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