Cuando salí del instituto me sentí
orgullosa de mí misma. En la clase de literatura había participado del
comentario de un libro y al hablar había olvidado mi presencia física, era como
si las palabras tuvieran un ente propio y fluían sin que yo las sancionara, fue
un análisis buenísimo que, también a mí, me dejó impresionada. A partir de ese
día se puede decir que me convertí en “popular” entre los llamados
“intelectuales”, hasta me salieron novios y amigos que nunca habían reparado en
mí, pues físicamente era del montón, tímida e introvertida. Aquel día, cuando
llegué a mi casa, tenía la sensación de ser especial, que digo, excepcional.
Pero como mi familia no comprendía el ser sublime en que me había convertido,
llovieron codazos para que bajara de las nubes y pusiera la mesa como todos los
días. Aterricé como un ser común que gozaba de momentos divinos en mi pequeña
morada, espacio difícil de arrebatar cuando se ha encontrado. Por ahora me
basta.
Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!
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No hay nada como la familia para anclarte a la tierra, jajaja. Muy bueno, Valentina, una anécdota que todos hemos tenido y que es divertida de recordar. Un abrazo.
ResponderEliminarJa, ja. ya se sabe que la literatura no da pra vivir, pero lo importante es que cuando estabas en ese limbo eras la reina...besos
ResponderEliminarYo gané un concurso de cuentos en el cole con 14 años...Claro que el nivel era muy bajo... En fins qué tiempos Valentina.
ResponderEliminarEl caso es que nunca se olvida... Verdad?