Yo siempre me siento el rey de mi casa.
Para ello todo el mundo debe seguir mis reglas, como corresponde a un rey.
No admito que nadie me diga cómo se debe hacer la cama, si se cocina esto o aquello, o si prefiero ir al restaurante, y todo eso sin ver malas caras
En definitiva lo que digo va a misa y las réplicas están prohibidas.
De esta manera mi casa es un remanso de paz y mi perro, con quien vivo, parece sentirse feliz.
Sencillo y genial...hasta que ese perro reclame hacer él las lentejas....
ResponderEliminarOye, cada uno es el rey de su mundo y, además, no se me ocurre mejor súbdito que tu perro, con lo agradecido y cariñoso que es, jejeje
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