A mis 98 años ya sé lo que es
sentirse como un rey, porque una ya ha vivido lo suficiente, como para apreciar
que la tecnología, las modas extravagantes y cantidad de artilugios, que ni
siquiera entiendo, me hayan aportado algo a la felicidad, que en definitiva es
el tesoro real de cada uno de nosotros.
Sin embargo, recuerdo que siendo
niña, ya me sentía como una princesa comiéndome, en tiempos difíciles,
un trozo de pan con chocolate negro y duro, mientras hacía círculos en el
agua de un estanque con los dedos de mis pies, o miraba al cielo observando las
bodas de los pájaros: los novios delante seguidos de la familia y amigos piando
los buenos deseos para los recién casados…
Ahora aquello son recuerdos
agradables en mi mente, que he cambiado por otros más reales, pero no
menos satisfactorios: como ver a mi familia unida, el cariño de un hijo o la
sonrisa de alguno de mis nietos o bisnietos; incluso sacar la fuerza para
seguir echando una mano a alguno de ellos o de aquellos. Por ello cada día que
me dirijo a mi centro de DIA, para mayores, y me llevan en el autobús no dejo
de decirme que me siento como una reina.
Una vez más tienes razón: qué bueno es sentirse reina de tu vida y valorar todo lo que en ella ha sucedido, porque eso es lo que te forma, la esencia de lo que eres.
ResponderEliminarUn placer leerte, Almudena.
Que bonito imaginarse las bodas de los pájaros!
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