Este invierno viene helado, se decía una y otra vez, como si danzara a su alrededor un maleficio que no lograba espantar; este invierno viene helado…
Buscaba en su corazón una llamita que encendiera su entendimiento, pero las ascuas estaban llenas de ceniza. Se acordó cuando en el pueblo escarbaban el brasero y descubrió que todavía tenía fuerza para soplar y avivar el fuego que habitaba en su interior, desplazando la mortecina ceniza de los días sin luz. Mientras se calentaba renovó sus ilusiones, apenas los mismos propósitos de otros años; se sumergió en lo más profundo de su alma, reinventándose, y así salir de la dolorosa helada que lo tenía atrapado. ¡Cómo se acordaba de “La Reina de las Nieves”! Y es que cada día es un comienzo para agarrarse a la vida y vivir en los libros, en los escritos y en cada familiar y amigo.
Valentina, qué placer volver a leerte. Echaba de menos tu sensibilidad y el ánimo que siempre contagias y que nos aviva la llama, esa que se esconde en los rescoldos de nuestra imaginación. Nunca está de más que alguien nos recuerde que debemos soplarla y que también vivimos en nuestras lecturas. Un abrazo.
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