Reflexiono sobre los buenos propósitos que tomo cada año, y que , seguramente, justo coincidiendo con las rebajas de febrero, los habré olvidado. Me pregunto, en ocasiones, ¿por qué los estados de ánimo cambian el color de nuestras fuertes intenciones, a medida que transcurre el tiempo?
Este año he decidido que me tomaré mi tiempo y en marzo comenzaré a pensar sobre los buenos propósitos para el 2018. Es posible, que para el verano me ponga con ello sin agobiarme. Casi con toda seguridad que en diciembre daré un impulso importante para conseguirlo.
No obstante, mientras llegan esos momentos intentaré vivir cada día lo más feliz que pueda y de paso alegrar la vida de mi entorno, incluidos mis cuñados.
Antonio, tu sabiduría te delata: proponerse mil cosas de sopetón, no lleva a nada real. Es mejor ver cómo van las cosas para ajustar deseos y sueños. Un abrazo.
ResponderEliminarOh! que frase más inspiradora 'alegrar la vida de mi entorno, incluidos mis cuñaaaaaossss'
ResponderEliminarDejarlo todo para última hora, esa es la realidad pura y dura... pero gusta hacerse la ilusión - y a veces trasladarla a la realidad- de que se puede hacer ese buen propósito. Un beso Antonio.
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