Lucía se levantó con un firme propósito, “de hoy no pasa, quiero limpiar los cristales del salón”.
Tras un rico desayuno, preparó el equipo y se puso a la faena. Estaba afanosa y contenta, canturreando mientras limpiaba. Ni se dio cuenta que se empezaba a levantar aire, y, en una de estas, tras un gran portazo, se quedó encerrada en el balcón.
Quiso el azar que en la acera de enfrente estuvieran arreglando una farola.
El operario, un morenazo muy guapete, no dudó en acercar su grúa y rescatar a la dispuesta limpiadora de cristales.
Ese morenazo tan guapete hoy es el padre de su hija.
Da la impresión que la tal Lucía vio al de la grúa y se encerró en el balcón y ser rescatada; osea que tuvo un buen propósito (tema del mes) ja, ja
ResponderEliminarTodos los buenos propósitos cumplidos sientan bien... y Lucía tuvo una buena propina! Muy divertido tu relato, Chus.
ResponderEliminarYo también creo que lo mejor de tu vida te pasa cuando estás entretenida en otra cosa, jejeje. Nunca hay que desaprovechar a un morenazo guapete aunque te pille vestida de limpiadora de cristales. Un abrazo, Chus. Un placer leerte.
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