Ya se había saltado en otras ocasiones la valla que protegía el
abandonado castillo intrusos, aunque era la primera vez que Alberto
descendía por la tortuosa escalera del viejo torreón, su linterna dejo
de ser necesaria cuando una luz dorada iluminaba el final del pasillo,
se acercó con cautela y contempló a un anciano sentado al lado de una
gran puerta.
La curiosidad de Alberto era tan grande que nunca se guardaba una pregunta, se presentó con respeto y preguntó qué hacía; con voz temblorosa le contestó que era el guardián de la celda de los propósitos no realizados, en donde se guardaba la energía perdida por cada vez que una persona se propone algo y no lo consigue; cada energía tiene su propia característica de lo que más había era de “no puede pasar tanto tiempo, nos vemos más a menudo”, “mañana empiezo” y “mañana lo dejo”. También si el propósito era “ahora” el nivel de energía perdido era mucho más bajo que cuando era “para siempre”.
Alberto, al ver lo nefasto de los propósitos no realizados, se prometió no volver hacer ninguno nunca más en la vida, y al hacerlo perdió todas sus fuerzas, quedándose en el sótano en sustitución del anciano.
La curiosidad de Alberto era tan grande que nunca se guardaba una pregunta, se presentó con respeto y preguntó qué hacía; con voz temblorosa le contestó que era el guardián de la celda de los propósitos no realizados, en donde se guardaba la energía perdida por cada vez que una persona se propone algo y no lo consigue; cada energía tiene su propia característica de lo que más había era de “no puede pasar tanto tiempo, nos vemos más a menudo”, “mañana empiezo” y “mañana lo dejo”. También si el propósito era “ahora” el nivel de energía perdido era mucho más bajo que cuando era “para siempre”.
Alberto, al ver lo nefasto de los propósitos no realizados, se prometió no volver hacer ninguno nunca más en la vida, y al hacerlo perdió todas sus fuerzas, quedándose en el sótano en sustitución del anciano.
Tienes toda la razón, Antonio: vale más incumplir que carecer de propósitos. Un propósito implica un punto de partida, el inicio de un proyecto; cumplirlo es la felicidad y no cumplirlo es la autorreflexión. No tener nada es propio de cosas. Gracias por este microrrelato tan didáctico. Un abrazo.
ResponderEliminarLa VIDA! en si es un propósito al VIVIRLA! Set felices!
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