"Y dispongo que el armario azul y lo que contiene sea para Mariela". La
joven escuchó cumplida la promesa de su abuelo y corrió afuera con una
sonrisa que hasta el notario saludó con la misma fraternidad. En la casa
vieja, encima de la librería de lance que regentaba su familia desde
que las Cortes prohibieran contratar a niños menores de diez años de
edad, se detuvo ante su herencia como si lo contemplase por primera vez.
"Lo pintaremos con el color del cielo y del mar, será un juego, ", le
había dicho su abuelo. Luego abrió las puertas de par en par. Dentro,
impecable, un tres cuartos marinero del que colgaba una pashmina con
colores de otoño. Guardaba aún la pipa que el hombre dejó de fumar
cuando nació la niña. Al pie las chirucas viejas. En una repisa una
gorra de marinero y la caja que guardaba la pluma con la que trazó en un
mapa cuando era pequeñita los viajes que debería hacer para entender el
mundo. Mariela cogió la ropa, se calzó, olió la madera y en el viejo
diario siguió escribiendo con la tinta de su abuelo. ¡Adelante, sigamos
viajando!
Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!
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