Aquella mañana me levanté malhumorado. Al mirarme al espejo, vi un rostro envejecido que no identificaba. En ese instante, recordé que cumplía 65 años y tuve el sentimiento de haber tomado muchas decisiones equivocadas en mi vida. Salí a la calle y un joven negro me dio un papel, en el que anunciaba un hechicero africano capaz de curar cualquier enfermedad, encontrar pareja, trabajo o incluso recuperar la juventud…
No tenía nada que perder y visité al personaje. Tras abonarle 50 euros por la consulta, me dio cuatro bolsitas conteniendo unas extrañas hierbas, que debía tomar en infusión cada vez que quisiera volver al pasado y optar por el camino alternativo que se me ofrecía en su momento.
La primera infusión me transportó al día que conocí a mi primer amor, Elena, y que siempre me reproché por haberla dejado por la que después fue mi mujer. Después tuve la curiosidad por experimentar otras de las opciones que no escogí entonces, y consumí las tres bolsitas restantes.
Hoy, un año más tarde de haber “vivido” aquellos cuatro retornos al pasado y en mi rutina de siempre, me siento feliz y convencido de que lo importante está por llegar, si quiero.
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