Supongo que nadie creerá lo que voy a contar, pero cuando tenía diez
años, un día encontré en el granero de la casa de mi abuelo donde pasaba
los veranos, un bote roñoso y cerrado por su propio óxido. Venía
rodeado por un viejo papel sucio, desteñido y prácticamente ilegible,
salvo un par de palabras, desconocidas en un idioma extraño. También
pude leer una fecha: 1789, y París.
Con mucho esfuerzo y un gran destornillador logré desprender la tapa y en su interior observé que tan solo contenía un papel amarillento en el que se leían tres palabras, entonces totalmente desconocidas para mí, pero que cobraron una gran relevancia con el paso de los años: Égalite, Fraternité, Liberté…
No hay comentarios:
Publicar un comentario