Como cada mañana, Rosa revisaba la ropa que había preparado por la noche para ponérsela al día siguiente. Comprobó cada una de las piezas y se dio cuenta que no conjuntaban, que no era eso que ella esperaba para su imagen de mujer moderna, atractiva y elegante. En su interior una voz le empezó a decir que en que estaba pensando el día anterior, que como pudo elegir esa ropa que ahora le parecía tan poco ortodoxa. Solo podía ser que ella misma fuera otra persona, con otro gusto y con otra percepción de la belleza. Intentó recordar cómo era esa voz y descubrió a otra Rosa y al descubrirla se dio cuenta que quien la descubría era otra Rosa, esta juguetona y aventurera que no tenía nada que ver con la primera rígida y censuradora, ni con la segunda práctica y resolutiva.
Se dijo: No se hable más; y mientras toda su pandilla de amigas Rosas, antes invisibles y ahora visibles, se vestían en una sola. Contemplo el mundo sin la cerrazón de la costumbre y pudo tomar un café dando las gracias por no estar desnuda.
Muy interesante tu manera de unir todos las personas que nos habitan y que, contradictorias unas y amigables otras, nos conforman. Un placer leerte, Antonio. Un abrazo.
ResponderEliminarA jugar con tus palabras. Al día de hoy se viste tan mal, pantalones rotos, capa y mas capas, un pañuelo retorcido al cuello. Eso un buen móvil entre las manos, cruzando los pasos de peatones tecleando un WapSaps. Abrazos
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ResponderEliminarLA DIRECION DE MI BLOG http://enfoques6ela.blogspot.com.es/2017/04/74-primaveras.html
EliminarBonito relato de personalidades en uno mismo con un final práctico de que lo importante es ir vestido, sobretodo si hace frio. Un abrazo
ResponderEliminarMuy interesante la forma con que describes los múltiples personajes que nos habitan; a veces alguno, dominante, se empeña en no dejarlos florecer. Me gusta como resuelves el conflicto. Abrazos
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