El lunes, fue el vecino del 4A, que le dio por el piano a la hora de la siesta. Lucas, le invitó a tomar algo en su casa. Fue la última copa del pianista
El martes, el taxista de arriba, que se dedicaba a montar muebles a golpe de martillo. Le regaló una exclusiva botella de vino, cosecha familiar. Nunca más se oyó el martillo.
El miércoles, descansó.
El jueves, la coronación de Felipe VI.
Allí estaba, la vecina con una banderita de plástico, delante de la TV:
-Yo pido un rey que nos gobierne bien para salir de esta crisis… no pido trabajo porque estoy jubilada.- dijo.
El viernes, llamó a la puerta del 1B. Dentro, ladraba el perro que se meaba en su coche.
- Hola vecina, traigo un Riojita para celebrar que estrenamos rey; la vi ayer, en la TV- dijo Lucas.
- Muchas gracias.- No se esperaba esto.
- Chin Chin Dolores!- Fue el último ‘chin-chin’ de su vida.
Los domingos, Lucas leía el periódico mientras bebía una copa de vino.
- Una semana ajetreada. – Pensó. Su paladar notó un sabor raro.
- Cariño, he juntado los culines de vino de las botellas en una...- Dijo su mujer.
Pues sí que fue ajetrada la semana, pero descansó para siempre y sin proponérselo. Es lo que tiene vivir en comunidad. A partir de ahora que no me traigan nada los vecinos...., por si acaso. Muy bueno.
ResponderEliminarÁgil y ameno. Quien no ha experimentado las molestias de vivir en comunidad....es una forma muy particular de resolverlas. Yo seguiré buscando otros métodos... pero la lectura de este relato entre drama y comedia me ha resultado muy agradable
ResponderEliminarGracias Valentina. Pensaba invitar a los escritores de aquí a una copa de vino en mi casa... pero igual estáis más tranquilos en una terraza... no?
ResponderEliminarBs
Gracias M José, por seguir los relatos de este entrañable lugar... ya te invitaré a una caña...
Bs
Qué divertido, original e ingenioso!
ResponderEliminarNo me esperaba el final jaja!!
Con lo que me gusta a mi el vino!
Isa