Lo habían encontrado sentado en su silla y con una herida en el corazón producida por un objeto punzante. Todos estábamos sentados en la sala de reuniones hasta que la policía terminara de tomar declaración y nos dejase ir. No había mucha gente que hubiera podido entrar en el despacho en las horas en las que supuestamente había sido asesinado. El asesino era uno de nosotros.
Nos mirábamos unos a otros. ¿Quién habría sido?. Lucía, su secretaria fiel, tantos años a su lado, hacia dos meses que le habían ofrecido una prejubilación y no se lo había tomado bien, pensaba que no contaban con ella después de toda una vida dedicada a la empresa. Mónica, guapa, joven, inteligente, su mano derecha. Todos sabíamos que él nunca iba a dejar a su mujer, todos lo sabíamos menos ella. Antonio, su número dos, era ambicioso, quería subir, quería hacer cosas…
Salí al jardín para relajarme y encendí un cigarro mientras miraba la maceta con geranios junto a la puerta, me preguntaba cuanto tardarían en encontrar las tijeras que había dentro.
Vaya, vaya, ¡buena relación con el jefe! Enhorabuena, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarHola, Rober! Por cierto echamos de menos este mes el relato de Juanjo. ¿Esta bien?
EliminarGracias¡,
ResponderEliminarBeatriz
Muy bien resuelto en el final el asesinato del jefe. Suspense y miedo a que la o le pillen.Me ha gustado
ResponderEliminarAh... los jefes... Qué peligro corren y ellos erre que erre... en fins Díos los cría...
ResponderEliminarNo sabemos por qué lo has matado... quizás por miedo a...
Bs