En algún país de África que esté en conflicto, al caer la tarde y antes que la noche les cubra con su manto de estrellas, miles de niños se van encontrando a lo largo del bosque hasta llegar a los refugios de las ciudades, donde dormirán protegidos por cuidadores.
Ouma tiene que huir porque el Señor de la guerra se presenta en la oscuridad de la noche y se lo lleva. Antes mata a su familia para que el niño lo presencie o le obliga a hacerlo; rompe el fuerte vínculo familiar para manipularlo, lo deshumaniza. Así podrá adiestrarlo para que luche como un soldado, con armas de verdad, con muerte real. No es un juego, lo sabe todo el mundo…, pero ese mundo mira hacia otro lado.
Ouma piensa que él no podría matar a su hermana, amigos…, pero en el refugio, en la soledad de la noche…, los fantasmas se cuelan en los sueños de los niños y niñas que un día fueron soldados, y se sienten sus miedos, se escuchan lamentos, llantos, gritos…
En sus cantos suplican que la guerra se vaya. Sólo quieren ser niños pero les han robado la infancia. Una pesadilla que no termina, un horror que vuelve a empezar al día siguiente cuando despiertan…
Podría ser un cuento terrorífico con mucha imaginación pero es una “triste” realidad.
El miedo, en gran parte, está basado en lo desconocido, pero en este caso y , como bien dices, es un terrible drama real y visible. Buena descripción de un problema latente y terrorífico.
ResponderEliminarValentina consigues hacer de la crueldad belleza, me encanta
ResponderEliminarEl una historia muy triste porque sabemos que es verdad, pero lo has redactado de una manera maravillosa, enhorabuena.
ResponderEliminarBeatriz Calvet
Gracias a los tres.
ResponderEliminarPor cierto Vicky, echo de menos tu relato y el de Juanjo. Espero poder leerlos.
Ay la guerra..! Siempre la sufren los más débiles y la provocan los más poderosos...
ResponderEliminarOriginal relato de terror Valentina!
Un bs