“Mama, me han seleccionao para participar en el concurso La isla perdida” - gritó la princesa del pueblo tras recibir la llamada en su iphone.
Su participación en el programa le daba una gran tranquilidad ya que últimamente andaba pelada de dinero y para colmo había recibido una carta de Hacienda donde se le invitaba a pagar una importante cantidad.
Su curriculum le avalaba como una posible ganadora: su maternidad con el torero, la separación, sus idas y vueltas, y el morbo que generaba hacían de ella la perfecta chica de barrio del papel cuché. Pensaba darlo todo ahora para escalar de nuevo a lo más alto.
Cuando llegó a La isla se encontró con el resto de sus contrincantes: ex-novios, titiriteros, chiquilicuatres y grandes hermanos. Ella estaba por encima de todos , pero tenía que sobresalir aún más para ganarse los cien mil euros del premio.
La tribu de los Surama vivía en ese paradisíaco lugar. Así es como conoció a Tinei, un nativo de metro setenta y cara pintada. De repente supo como vencer el concurso. Se casó con él, la boda se celebró por el rito local y fue una explosión en la audiencia.
Una vez mas fue portada en todas las revistas.
Un micro de rabiosa actualidad y gran ironía. Cuesta creer que haya gente con esa mentalidad ¿verdad? Me he reído de lo lindo. Gracias, Vicki. Un abrazo
ResponderEliminarYa veo que miras mucho la isla d el os famosos, pero como muy bien dice Rosa, has plasmado una realidad virtual , o como se diga: no es ni verdad de la buena, ni ficción total. Lo de casarse con el de la tribu ha sido un golpe d e gracia increíble que refleja tu gran sentido sentido del humor que posees. Este micro es un ejemplo de perspicacia, humor y sentido de crítica social que me ha encantado.
ResponderEliminarBuen retrato de esa otra realidad que aunque algunos nos resistimos a creer que existe, lamentablemente está ahí y con audiencias... Me ha gustado la descripción de como alguien puede ser capaz de "todo" por una fama efímera y mediocre. Un abrazo Vicki
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo la ironía que manejas. Me he reído con tu relato. ¡Gracias!
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