Me disponía a freír el bacalao rebozado previamente en huevo y harina. Las patatas en rodajas de un dedo de grosor ya estaban rehogadas con su ajo y su cebolla, cubiertas con el fumet de pescado, cocidas sus 15 minutos y en espera de las tajadas fritas de bacalao para estar, otros cinco minutitos todo junto, ligando un caldo gordito con el meneo y el punto justo de cocción.
Pero volvamos al principio... Me disponía a freír el bacalao. El aceite aún no estaba caliente. Sonó el teléfono que estaba en el estudio. Una llamada del departamento de personal laboral me entretuvo apuntando notas lejos de la cocina, me estropeó mi momento culinario y casi propicia el incendio de mi casa. Se me olvidó apagar el fuego. El aceite se consumió. La campana extractora no podía con tanta humareda. Conseguí llegar al cuarto de baño, mojar una toalla, cubrirme nariz y boca. Entré en la cocina, apagué el fuego y retiré la sartén. Abrí la ventana, todas las ventanas de toda la casa, encendí todos los ventiladores de los techos y salí a la terraza con mi conejo Pinki. Llamé a los bomberos, hicieron la medición del aire. Irrespirable. Aumentaron la ventilación abriendo la puerta de entrada a la casa, la de la escalera y la del portal. Al poco, llegó una pareja de policías, por protocolo, dijeron; mi hija del Instituto y el repartidor de Amazon. Uno de los bomberos (eran dos) dijo: "Ya estamos todos"...Entonces, reímos mientras el humo se esfumaba.
Y esto es todo amigos. Creo que así fueron los echos y que no me he olvidado de na-da... ¡ Oooh nooo...! ¡la paella! Hoy...¡Arroz pegao!
Menudo susto!! Para comer, menú del día en el bar... Y pobre Pinki !!
ResponderEliminarEl humo tiende a subir. A Pinki le afectó menos por su condición de conejo e ir a ras de suelo. Jajaja
EliminarDivertidísimo tu relato con receta incluída. Un placer leerte.
ResponderEliminarLa verdad es que me siento orgullosa cuando cocino el bacalao con patatas. El pan pringado en la salsa gorda es un remate perfecto para el final del partido.
EliminarBienvenida al club de las cocineras de arroz quemado, mi olfato me ha salvado siempre, en el último momento, de tener que llamar a los bomberos
ResponderEliminarLos bomberos que me tocaron fueron muy amables, atentos y me dieron una clase magistral sobre ventilación. No dudes en llamarles la próxima vez, Alicia, porque te pierdes la didáctica.
EliminarCreo que debería sustituir el lapsus "... los bomberos que me tocaron... " por "... los bomberos que vinieron a mi casa... " para evitar suspicacias
Eliminar¿no? Jajaja
Así son los peores accidentes: en los sitios menos peligrosos, pero los más dados al despiste. Lo mejor es tomárselo con humor que no aliña paellas, pero sí la vida. Genial tu relato.
ResponderEliminarTe voy a tomar prestado "... el humor no aliña paellas pero sí la vida" ¡Filosofía pura!
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