El inolvidable concierto para violín y orquesta de Beethoven me envuelve, así viajo por todas las vivencias pasadas y por los olvidos recientes de personas, ciudades, montañas, mares, ríos, peces y pájaros.
Se me olvida comer, se me olvida beber, se me olvida amar, se me olvida dormir y se me ha olvidado morir, así que aquí sigo, en la residencia, escuchando audiolibros eternos y música inolvidable hasta el fin de mi tiempo.
Tu relato Belén dice mucho en pocas palabras. Es poesía y bofetada. es evocador y desgarrador a la vez. Gracias , es un magnífico micro que encierra toda una vida.
ResponderEliminarPerdón, no puse el nombre en el comentario anterior y salió anónimo.
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario, Gema.
EliminarCreo que la muerte no olvida la fecha de encontrarse con todos... Yo lo prefiero a estar como un vegetal sin saber amar... etc, etc, como dices...
ResponderEliminarInteresante dilema...Belén. Bs
Es un dilema que estoy segura de que se le plantea a más de una persona mayor y, como bien dices, de difícil solución. Besos
ResponderEliminarAl menos, la música es un bonito sustituto de todas estas cosas olvidadas
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