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jueves, 13 de octubre de 2022

03. Constelaciones. Cristina Ramírez Arteaga

 Era una de esas noches de verano en Varengeville-sur-Mer, en la que no era necesario ponerse una chaqueta para salir a pasear. 

 

Eran las 23:23 cuando decidió salir a dar un paseo y contemplar una de las cosas que más le gustaba en la vida. Las constelaciones. En ellas veía historias, se imaginaba futuras obras acompañadas de sus característicos ojos y figuras de animales. Joan tenía algo en mente desde hacía un tiempo. 

 

Echa de menos Paris, pero piensa en la maravilla de poder ver las constelaciones en su totalidad. Mirar las estrellas le hace olvidar el horror que vuelve a sacudir al mundo. 

 

Mientras observa el cielo, siente la brisa del mar en su rostro y piensa en lo que le gustaría poder parar el tiempo. Parar aquel momento junto las estrellas, el mar y sus pensamientos. Piensa en hacer un cuadro que represente esa escena, para cuando la guerra vuelva a detener el mundo, las vidas de las personas, él pueda observar su obra y pueda de alguna forma escapar del horror. Evadirse. Recordar. Soñar. 

 

Cuando llega a casa no puede dormir, miles de ideas invaden sus pensamientos. Comienza a pintar pequeños signos, signos diferentes que aparentemente no guardan ninguna relación entre sí. O quizás sí. Se aleja un poco para verla en su conjunto y se da cuenta de que ha creado su propia constelación. Una constelación creada por diferentes signos y cada uno de ellos con un significado, con un secreto, con un deseo. Le gusta mucho la sensación al ver su obra terminada. 

 

 – Es el primer cuadro que hago con el alma, para el recuerdo

 

Y en ese mismo instante piensa en que sería hermoso poder pintárselo en el cuerpo.

 

 – ¿Cómo se llama eso que se hacen los marinos en la piel? 

 

Ya acostado en la cama piensa en lo bonito que sería que en un futuro los jóvenes se hicieran sus signos en el cuerpo. Sus obras. Sus constelaciones. Quizás para recordar. Quizás para inmortalizar. Quizás solo para sentirse más unido a alguna persona especial o a algún lugar concreto. 

 

Así es como Joan Miró se hizo el tatuador más importante de la historia y gracias a él se han inmortalizado en seres humanos las obras de los pintores más reconocidos del mundo. Fue pionero en llevar el arte a la calle. A las personas. A sus historias. A sus vidas. 




3 comentarios:

  1. Demuestras en tu relato que la genialidad no depende del continente, sino del contenido. Una bonita idea Cristina y un buen relato construido con ella.

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  2. Bonita historia que, por cierto, desconocía. En otras culturas las marcas en el cuerpo indican pertenencia, jerarquía, compromiso pero no arte. El arte es ese otro modo de transmitir con el lenguaje de los sentimientos, de las emociones. Precioso, Cristina.

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  3. Me has descubierto esa faceta de Miró. Además, transmites muy bien la idea de que el arte no es una cuestión mercantil sino de reflejo de sentimientos . Un placer leerte!

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