La batalla estaba muy reñida, las flechas y las balas se cruzaban por el aire del Gran Cañón. Los vaqueros, con su habilidad con el lazo, habían conseguido que los Sioux perdieran dos de sus mejores caballos, pero el respeto por la naturaleza de los indios puso de su parte a una manada de bisontes y, con su ayuda, rodearon el fuerte.
A la hora de la merienda todo terminó y, mientras los muñecos de plástico de colores fumaban la pipa de la paz en el espacio que compartían con el saltador, la pelota y los recortables dentro del bote de Colón, Almudena y Javi sellaban también, sentados en el suelo con sus bocadillos de mortadela, una alianza que muchos años más tarde, ya bien entrado el siglo XXI, todavía mantendrían.
¡Cuántas veces hemos jugado con las figuritas de plástico que venían en los tambores del detergente para la lavadora! Me ha encantado el juego de tu relato. Gracias Alicia
ResponderEliminar¡Qué buenos recuerdos, Alicia! Los soldaditos de plástico que guardábamos en el bote de Colón. Hasta recuerdo que su olor impregnaba los juguetes. Qué buen rato paso leyéndote. Gracias por tu compañía.
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