“He
tomado una decisión. Estos cuatro días en Valencia sólo han sido una excusa: no
hubo reunión, no hubo trabajo. Es la primera vez que te miento, pero necesitaba
estar a solas y lo último que hubiera podido hacer era darte explicaciones.
He
intentado descubrir lo que quiero, o lo que no quiero: Y no quiero seguir
contigo, no quiero continuar compartiendo monosílabos. Se que dirás que no lo
entiendes, que no nos pasa nada, y es cierto, no nos pasa nada: no hay
discusiones, ni celos, ni infidelidades; la logística de la casa está tan
organizada que ni en eso discrepamos. Somos la pareja perfecta, no nos pasa
nada, y ahí está el problema, que ya no nos pasa nada si no hablamos, si no nos
ilusionamos; no nos pasa nada si no nos reímos, si no nos tocamos… Y eso es lo
que yo quiero, que me pasen cosas, pero ya no quiero que me pasen contigo”.
Todo
esto pensaba de camino a casa mientras conducía. Venía ensayándolo, quizás por
eso la mediana se interpuso en mi camino. Dos vueltas de campana y ahora te
imagino a ti, abriendo la urna entristecido y al viento esparciendo mis
cenizas, llevándome lejos de ti, más lejos todavía.
Cuánto pesa lo que no se dice y qué consecuencias tan terribles conlleva no tener el valor para confesarlo, ¿verdad? Y ese runrún en tu cabeza que no se calla ni te deja pensar.... precioso y aleccionador relato, Alicia. Un placer leerte.
ResponderEliminarNunca estamos conformes... si no pasa ná por eso... y si pasa demasiado; queremos pisar el freno... jejeje 🤭
ResponderEliminarIgual me he pasado
Las palabras no dichas de tu relato gritan. Me ha gustado mucho Alicia.
ResponderEliminar