Santi
se había separado la semana pasada. Tenía cincuenta y tres otoños y ganas de
vivir sensaciones nuevas; estaba encantado con su cita del viernes.
Había
llegado puntual al pub Red. Allí estaba Cris una mujer de cincuenta y siete que
conoció en la web de contactos Date X. Delgada, ojos grises, un body violeta.
Ambos
con antifaz, para guardar anonimato. La entrada a la sala vips-x cien euros.
Allí se encontraban juguetes copiados de ‘Cincuenta sombras’.
Ella
se ofreció desnuda atada a una X gigante y pidió que la sacudiese con una fusta
en la espalda… y más abajo. Santi no entendía que causase placer; pero no había
llegado tan lejos para echarse ahora atrás.
Cambiaron
de rol y allí estaba él: atado de pies y manos en pelotas, con sus calcetines
puestos, esperando que la otra le sacudiese con un látigo de cuero; quería
impresionarla. Había una palabra de seguridad ‘RED’ que paraba en seco la
sesión.
El
primer latigazo le puso el corazón a cien, ella manejaba el látigo con soltura.
Pensaba aguantar hasta que se diera por satisfecha. Cris, lejos de suavizar el
castigo; iba animándose cada vez más.
No
fue buena idea dejar a Cris que le pusiera una brida con embocadura en la boca.
El
lunes su señoría, el juez Santiago Calatrava Vázquez, despachó en quince minutos
el juicio pendiente, para ir a la clínica, a curar las heridas de su ilustre
trasero y guardar este episodio en el fondo de un calcetín rojo.
Jejeje, su señoría no vuelve a una web de contactos hasta asegurarse de que hacen yoga, relajación o meditación. ¡Menudo papelón! Divertido relato, Rafa. Un abrazo.
ResponderEliminarEsta gente de las altas esferas... 😏
ResponderEliminarUn abrazo Rosa
Las dobles vidas de los ilustrísimos, qué poco lustre tienen.
ResponderEliminarUn beso.
Ja, Ja . muy bueno e imprevisible Rafa. Me pregunto si el juicio pendiente fue a favor del desfavorecido por las prisas o al contrario...
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