Benu es una nube regadora, una de esas nubes que alimentan los campos y limpian pueblos y ciudades con su agua regeneradora.
Un día, iba con sus compañeras, cumpliendo su función, haciendo su ruta de riego; en esta ocasión le tocó depositar su agua en un jardín tan hermoso que se entretuvo más de la cuenta, disfrutando con los brillos que producían sus gotas; ella dejaba caer una suave lluvia y las gotas quedaban suspendidas en las hojas, en las ramas, parecían perlas con las que el sol jugaba a hacer pequeños arcoiris.
Tan ensimismada estaba, que no se dio cuenta de que sus compañeras, las otras nubes, habían seguido su camino.
Se encontró sola, no sabía por dónde seguir; sin saber qué hacer avanzó sin rumbo. Pronto encontró bajo ella un terreno desconocido, ¡nunca había visto una tierra tan amarilla, y que calor! Exhausta empezó a sudar, desconsolada lloró y lloró. Por suerte un viento amigo le echó una mano y pudo reunirse de nuevo con sus compañeras. ¡Uf, gracias amigo viento, de no ser por ti me hubiera evaporado con tanto calor!
Lo que nunca supo Benu, nuestra nube, es que casi casi había hecho un milagro, había sobrevolado un desierto y ahora, gracias a su sudor y a sus lágrimas, ese desierto se había convertido en un hermoso jardín. Gracias Benu!
Es precioso tu relato. Tierno y refrescante!
ResponderEliminarMe gusta tu nube regadora, Chus. Has escrito un relato muy bonito y tierno. Un beso.
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