Me di cuenta; me acordé de cuántas veces me daba cuenta de lo mismo, una y otra vez, y siempre en pasado, siempre me decía… la próxima vez me pillaré antes de que ocurra o, por lo menos, en el momento en que ocurra.
Es como una voz que grita y habla en un desierto, donde el sol y el calor derriten las palabras y no dejan que viajen ni siquiera a los habitantes de sus arenas.
Entonces observo la arena y veo que esos pequeños granos, en principio inertes, forman un mundo en continuo movimiento, tanto que me resbalo por la duna y, catapum, qué golpe, una palmera, agua, vegetación variada,… todo está.
Con esfuerzo vuelvo a subir a la duna y me dejo caer por ella. Qué gusto ser un escarabajo y dejarme rodar. Ya no me critico.
Me ha gustado mucho tu escarabjo tomando conciencia de sí mismo y divirtiendose gracias a eso.
ResponderEliminarGracias por tu relato Antonio. Un beso,
Belén
Me ha gustado mucho tu relato, Antonio. El final es sorprendente y genial.
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