Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

martes, 19 de noviembre de 2024

02. In blues (Parte 2). Santa

      Paula espera a que Mike de siente a leer con la espalda apoyada en el escaparate. 'Seda' de Baricco, 'Los años' de Ernaux, y 'Historia de detectives' de Juan Marcé.

   Fantasea con ser la protagonista de 'Pura Pasión'; ser una Annie que espera en ropa interior, mirando por la ventana, a que suene un timbre, se abra una puerta y aparezca X; que la arrase desnuda, que destruya la monotonía de un cuerpo sin otoño. 

      Cada noche, al leer los poemas de Peri Rosi, piensa en los ojos de Mike, sumergidos en el mismo mar de palabras. Imagina ser un libro para sentir sus manos pasando por su cuerpo como hace con  las páginas.

      Por sorpresa, hoy sale, y en vez de leer, enciende un cigarrillo. Ella piensa en ser el humo. Un haz de luz reflejado en la ventana de Paula lo deslumbra, al mirar hacia el primer piso ve a Paula con los prismáticos en la mano. Desnuda, cubierto su cuerpo por un visillo gris. Mike Sonríe, y saluda con el cigarrillo en su mano.

      Suena la alarma de la lavadora. Jolie Holland canta:'The living and the dead' en la alcoba.

 What's that black smoke rising, Jack?

Is the world on fire?

What's that distant singing? Is it a heavenly choir of

The living and the dead.

01. In blues (Parte 1). Santa

      Una mujer mira detrás del visillo a los bajos de su pequeña calle. En frente, hay una frutería de un pakistaní, una barbería de un ecuatoriano, un chino, el bar de Juanki y una lavandería; también del chino.

      Ya no aguanta más en la cama. Las hayas han teñido de ocres rojizos la acera, igual que la portada del disco 'Bad Girl' de Lee Moses que suena en el tocadiscos.

      Observa a la gente de la lavandería, las máquinas lavan la ropa por tres euros, miran su móvil, teclean frenéticamente en el móvil o ríen con los auriculares puestos. Así día tras día, semana tras semana.

      Hay un hombre que lee mientras su ropa se lava. Paula coge unos prismáticos. El hombre saca la ropa interior de color negro, vaqueros, unas camisetas verde claro, unos pantalones blancos (que parecen de pintor) y activa el lavado.

      Semana tras semana, va descubriendo entre blues, la imaginada vida de Mike.

 ´Bad girl, love is a mystery, never can be explained by anything, but I believe one of these days, the whole world will understand, what my heart feels, my lips must confess'.

(Niña mala, el amor es un misterio, nunca puede ser explicado por nada, pero creo que un día de estos, el mundo entero entenderá, lo que siente mi corazón, mis labios deben confesarlo).

Noviembre: calma, bonanza, escampada, serenidad, apacibilidad

Continuamos nuestro viaje con la tranquilidad de noviembre. El otoño comienza a envejecer y cada vez más hojas tapizan los suelos. Nuestros paseos huelen y suenan  como si anduviéramos por las copas de los árboles, como si nos moviéramos por sus ramas.

Este mes toca descansar, toca serenidad, bonanza, calma. En diciembre volveremos a la actividad frenética de las Navidades, de las reuniones con amigos y familia, al desmadre de las vigilias divertidas.

Y aquí os esperamos, para leeros y acompañaros en esta aventura literaria que hacéis vosotros, para vosotros, para todos nosotros.

Nos leemos.

jueves, 31 de octubre de 2024

BREVE PAUSA

AVISO:

Por razones personales debo irme de viaje durante 15 días y no me puedo llevar el ordenador, por lo que no podré publicar entradas en el blog hasta el día 18 de noviembre. Podéis enviar los microrrelatos al correo de siempre para que los publique cuando vuelva, o retenerlos en vuestro ordenador o cuaderno, para que acaben de madurar y se vuelvan más luminosos y creativos (es broma).

¡Nos vemos a la vuelta!

martes, 29 de octubre de 2024

02. Ajedrez. María Hita

Moví la pieza. Hacía frío, las hojas naranjas caían en la terraza. Mientras esperaba el próximo movimiento me puse a pensar en lo que pasaría si ganaba. Nuevas oportunidades, ganaría suficiente dinero para poder irme fuera, al extranjero, llevaba años soñando con ello. Dejaría atrás todo lo que conocía, vería nuevos mundos, aunque dejaría atrás a mi hermana, a mi familia, a mis amigos…. Un último movimiento, si movía al alfil había ganado, sólo tenía que dejarle paso a la reina, parecía todo tan sencillo, demasiado sencillo.

 Entonces recordé a Flamenco, era mi caballo.

Mis padres solían llevarnos a mi hermana y a mí equitación cuando éramos pequeñas, hasta que un día tuvimos que dejar de ir por la crisis, años más tarde, cuando la situación económica había mejorado decidimos volver, la mayoría de los caballos no habían sobrevivido al frío y  a la mala alimentación, y los que sí habían sobrevivido fueron vendidos, nunca los volvimos a ver, ni siquiera nos avisaron. Fue entonces cuando empecé a enfocarme más con el ajedrez, y cuando decidí que quería irme de esta ciudad

Estaba tardando mucho tiempo en hacer el movimiento, supe lo que tenía que hacer, moví el caballo. 

sábado, 19 de octubre de 2024

01. El ruego. Julián Rumbero

¡Vengan a verme!, estoy bonito y fragante. Crecí bien, cuidado y querido. Soy ancho y fuerte, y colores no me faltan; tengo los que ustedes quieran que el Sol ardiente o los fríos de nieve sólo me mudan las trazas y el tono, pero siempre engatuso a todo ser que me ve o me huele.


En mí viven la melancolía, la pasión, la ternura, la sospecha y tantas otras variables del alma e imaginación humanas. Gritó una poetisa e hizo bien, que soy un mundo en el mundo como lo es el agua marina y los tejados de la Tierra. Así que soy también refugio y habitación de muchos seres y bien distintos: criaturas grandes que alivian sus picores en mis figuras. O anidan, me trepan; me conmueven, ateridos, buscando el consuelo de mi calidez, o fatigados la frescura de mi sombra.


Sí, vengan a verme; verán que cuando me caminen, creerán que sus pies son la voz de los grillos. En sus ojos se les figurará un arco iris y el correr de las fuentes naturales les hablará de mi alma sencilla.


Vengan, aún están a tiempo. El fuego sigue lejos. Vengan a protegerme y yo podré seguir cuidando de los sueños de ustedes.


martes, 1 de octubre de 2024

Octubre: mes de nieblas, brumas, nebulosidad, cerrazón...

Empezamos octubre, un mes precioso, lleno de color, de matices y también de nieblas y brumas que difuminan los contornos y que nos sumen en un ambiente onírico, como de ensueño. 

Es un mes estupendo para pasear, para salir al campo y ver cómo las plantas, los árboles, aprovechan la energía de las hojas antes de dejarlas caer. La verdad es que, si lo piensas bien, qué bonito es el ciclo de las plantas: sus brotes, sus flores y luego su aprovechamiento energético antes de cerrarse al invierno.

 Los humanos ese ciclo lo tenemos en vaivén: algunos días estamos primaverales; otros otoñales; y otros una niebla espesa nubla nuestro entendimiento y nos ciega a cualquier razonamiento medianamente lógico, y nos enfadamos tanto que luego nos reímos cuando entendemos que ni era para tanto ni era tan importante. En fin, cosas que nos pasan.

Y esas cosas son las que queremos leer. Todo eso. Así que anímate y cuéntanoslo. Estamos esperándote.


03. Caricias y zarpazos. Santa

Esta mañana no hace viento, no hay ruidos amortiguados ni siquiera el recuerdo del mar; el cielo es un desierto azul. La cabeza de Daniel lleva días habitada por huracanes. Su gato recién operado de un tumor en la garganta, no mantiene en su cuerpo lo poco que come; sus riñones también fallan. Es un gato de ochenta y ocho años, en edad humana.


Es curioso como situaciones límite, desesperadas,  enfrentarse a una despedida para siempre; puede volver a unir tras años deshabitados.


Esta mañana sin saber por qué, escribió a su padre; y su padre contestó. Recibió todo el cariño y afecto olvidado hace tiempo. 

Quizás la adopción de ese gato hace diez y ocho años fue una forma de volcar afectos que no le salían con las personas; pero Miau se convirtió en un gato arisco al año, como Daniel al cumplir la mayoría de edad.


Aguantó años de zarpazos y heridas de Miau, meados por los rincones, cortinas y sofás llenos de cicatrices causadas por las uñas del maldito gato.


En la vejez, por fin, consiguió que durmieran juntos, que ronronease al sentir las caricias; notó su mirada agradecida por los cuidados de años.


Después de ir al veterinario con su padre, comerán juntos, charlarán como hace veinte años.  Igual Daniel ronronea en brazos de su padre...


02. Una cita en la tormenta. Alicia del Caz

Llevaba quince minutos protegida de la lluvia en el asiento de la marquesina. Inquieta, empezaba a pensar que todo fue una fugaz ilusión. Ella, que ya no creía en el amor, ahora solo deseaba que apareciera y la demostrara que estaba equivocada. Cuando la espera empezaba a desanimarla, salió del techado para que el agua la calara, un poco para recordar, un poco para atraer la magia de aquel día. 

Aquel día, hace ya tres semanas, los dos coincidieron refugiados en la misma marquesina del 18, esa en la que ahora, ella, esperaba inútilmente. Ese día, debajo de su ropa empapada, sintió en la boca del estómago aquellos gusanillos que ya no recordaba, su timidez cedió ante la charla animada que se entremezclaba con las risas y los ojos brillantes. 

Hablaron mucho, de todo, mientras llovía; atropelladamente, para contarse más cosas. Conectaron y se vieron reflejados en las gotas de agua que bajaban por sus rostros. Se besaron. Los dos eran reacios a creer en el amor, así que, cuando cesó la tormenta, hicieron un trato, no se darían los teléfonos, a cambio, acordaron una cita en aquel mismo banco para la próxima tormenta; si se encontraban, los dos recuperarían la fe.

Cuando las nubes se calmaron, con el corazón encharcado, paró al 18 que se acercaba. Mientras subía por la puerta delantera, un hombre que, debido al colapso del tráfico llegaba tarde, bajó corriendo por la trasera y se quedó petrificado en la acera frente a una marquesina solitaria. 

sábado, 21 de septiembre de 2024

01. Esperando vuestras palabras. Julián Rumbero

¿Queréis un huracán, una tormenta de granizo, una borrasca capaz de engullir barcos? ¿No os son suficientes las ciudades convertidas en escombros? ¿No basta una niebla de polvo que se levanta de las tripas de un lugar a orillas del Mediterráneo ? ¿No os basta con Gaza?

Ya no hay pájaros allí porque se fueron volando en las almas de los niños muertos.

Yo prefiero hablar de los sueños. Son amables, siempre frescos, calientan los cuerpos, siembran girasoles, traen flores a nuestros ojos, cantan como la alondra. Son la prueba de lucidez de los locos, como ese aire que anuncia el otoño y comienza a alfombrar jardines y calles hasta que son barridas sus hojas amarillas y ocres.

Os pediría que no lo hicieseis, para prevenir el polvo del desastre, para atraer a los pájaros y sus melodías. Habría niñas y niños dando sentido al presente. Dejar que os vistiera el otoño con sus voces de grillo cuando un niño os abrazara.

Un vendaval de infancia quiero , que venga para que aún estemos a tiempo. Quiero vuestras voces en este rincón del mundo, con comas o sin ellas, puntos o acentos. Que vengan vuestras palabras. La soledad puede ser muy dura sin vuestra vecindad.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Septiembre: borrascas, lluvias, huracanes....

 Llega septiembre, el mes de las cosechas, de las uvas maduras, de los higos sabrosos, de los productos de la huerta en su punto de madurez y sabor. También llega la vuelta a las actividades normales del año, el trabajo, las clases, las obligaciones que nos atan a este planeta y nos impiden vivir en el mundo de sueños y lecturas, viajes y aventuras, que tanto nos gustan.

Pero llegará el momento de disfrutar de todo el tiempo del día, así que hay que ir acumulando lecturas, deseos e intenciones, debemos conseguir que, cuando llegue ese momento, nos pille sabios, sabiendo lo que hacer y con quién.

Y mientras, podéis escribir aquí, con toda la imaginación de la que sois capaces, cómo viviríais un huracán (no necesariamente meteorológico, puede ser sentimental...), o una borrasca, o una tormenta, o una intensa lluvia furiosa de granizo.

Empieza el otoño. Empieza el color rojo, dorado, los colores más bonitos del año. Y entre paseo y paseo, toca escribir, y leernos, que para eso estamos.

   

miércoles, 14 de agosto de 2024

04. La busca ignorada. Julián Rumbero Castro

En su mente porfían los ajustes necesarios para componer un haiku. Pero el calor agostizo impone su pereza y Doncel cede ante un torrente de palabras.

La brizna de hierba no sabe por qué fue elegida por una gota de agua como su compañera de viaje. No le importaba el origen de la gota de agua; ¿una lágrima del rocío, un mensaje del cielo prometiendo una lluvia sabia, quizás una estrella acogida por el mar que buscaba su retorno al amparo del Sol? Quien sabe, la duda también puede ser hermosa.

Doncel pensó: La brizna de hierba le dijo a la gota de agua “no te buscaba y te encontré“.

La brizna de hierba no quería despedirse cuando una brisa amable la desgajó de la pradera haciendo que pareciera un ave. La posó en un arroyo cercano. La voz acuática era un murmullo de cristales y el zumbar de los abejorros y las libélulas.

El hombre pensó: “la gota de agua le dijo al arroyuelo, “no te buscaba y te encontré”.

Sola de nuevo, con la forma de una barca verde sin remos, la brizna de hierba añoraba su espacio natural. El viento la llevó entonces sobre encinares y las olivas que alimentan a corzos y marranos.

Y Doncel pensó: “el árbol le dijo a su sombra, “no te buscaba y te encontré“.

La fantasía de Doncel Vara puede ser larga, piensa, y se repetirá una y otra vez, adormilado en el roble.


lunes, 12 de agosto de 2024

04. Predicciones veraniegas. Rosa Molina

Mi novio era juez de instrucción y su vida estaba regulada por principios y decretos. “La ley funciona como el velcro: o vives pegado a ella, cumpliendo fielmente sus dictámenes o te agarra con sus veredictos y sentencias”, aseguraba. Pero tanta racionalidad tenía un enfermizo contrapunto: su aversión por la astrología. Para él no existía nada más irracional y tóxico. ¿Quién podía creer semejantes sandeces y decidir anular su inteligencia? Todos los días leía su horóscopo en el periódico y se reía, liberando así una gran ansiedad contenida. Esa mañana, como siempre, como todos los malditos días, me telefoneó, “mira la chorrada de hoy, dice que me abandonará el amor de mi vida, ¡vaya estupidez!...., oye, ¿estás ahí? ¿me escuchas?....”. Colgué. Al fin y al cabo, no era tan mala idea, qué digo, era genial imaginarme sola en el crucero, al sol, con mi bikini nuevo y una piña colada fresquita. Total, qué más daba, seguro que le dolería más que el horóscopo tuviera razón que mi abandono.


martes, 23 de julio de 2024

03. Los veranos de mi pueblo. Epífisis. Parte 4 de 4.

Onán no era extremeño, pero nosotros practicábamos sus enseñanzas en compañía.


Alguna vez fuimos a espiar a las chicas, pero si se daban cuenta teníamos que salir por patas, porque nos amenazaban con los hermanos mayores que eran unos brutos.


La cena en el pueblo en verano era suave, quesos, jamón, morcilla patatera y de calabaza y vino con sifón para el Dios y los demás, agua. Además, una ensalada de tomates que llamaban rin-ran.


Mi Dios nunca llegaba a la hora y mi madre nos mandaba a la taberna uno detrás de otro, para buscarle. Nos encantaba ir, pues según entrabas, algún convecino decía “Lauro, ahí está uno de tus muchachos, a casa”, pero él no hacía ni caso nos daba unos cacahuetes y pedía otra ronda.


Cuando ya iba el último, pagaba y se retiraba abrazado al que fuera y a casa a cenar. Mi madre de morros. 


Después de cenar, un poco de tertulia en la mesa camilla y como no teníamos televisión se aprovechaba para limpiar las lentejas. Se vaciaba el paquete en el centro y metiendo la mano cada uno desde su sitio, las iba trayendo hacia sí y quitando los pedruscos que tenían. Si comprabas un kilogramo se quedaba en medio sin exagerar.


Mi padre adormilado y si rezábamos el rosario ya ni te cuento. Tenia truco, había que saberse el inicio y empezar alto y luego disminuías el volumen hasta terminar en un susurro. Mi madre se armaba con el matamoscas y daba igual a quién daba, fuera mosca o el que no seguía los misterios. A Dios nada, era muy injusta.


En el pueblo, existían tres o cuatro televisiones, nosotros íbamos a casa de unos parientes y entrábamos en la casa, pero en el borde de la carretera nacional se colocaban los vecinos que se traían sus sillas. El primo de mi padre colocaba la tele frente a la ventana y la abría y entonces se formaba como un patio de butacas en la carretera. Cuando pasaba un coche, cada uno cogía su silla y se retiraba para que pasara, pero era muy raro. Recuerdo pocos programas de aquella época, pues entre el sueño y la nieve, que a pesar de ser agosto caía siempre en Madrid no se veía casi nada.


La hora de dormir, era de toda la familia, entrabas en la cocina y te tomabas un tazón de leche con una nata que no he vuelto a ver en mi vida y mientras en tus labios notabas la porcelana descascarillada, veías en la mesa el sifón vacío y ya sabías el recado del día siguiente.


03. Los veranos de mi pueblo. Epífisis. Parte 3 de 4

En el recipiente se introduce un tubo acodado, el más largo hasta el fondo y el más corto con salida al exterior y lleva una válvula para evitar el goteo. El agua produce el gas que hace presión a su vez sobre el líquido y lo empuja por el tubo largo hacia el exterior. Un sistema de clavija o gatillo hace que la válvula ceda y permita la salida del agua carbonatada.


Yo había desconectado cuando empezó a decir el nombre del inventor, pero al terminar me preguntó y yo no supe que contestar. Me dictó unas cuantas frases y me dijo que lo copiara cien veces.


En el verano de los años 60, en Extremadura, la siesta era sagrada, quisieras o no, todos a dormir o por lo menos no hacer ningún ruido. Cosa imposible, pues nos metíamos todos en esa cama antigua de la abuela y a veces con primos y aunque la intención fuera buena, en pocos minutos las risas, los lloros inundaban la casa hasta que de golpe se abría la puerta y el Dios lanzaba sus rayos mortales y a quien Dios se lo dé, San Pedro se lo bendiga. Así hasta que al final salía nuestra madre y nos echaba de casa.


Para merendar, bocadillo gigante de mantequilla con dos onzas de chocolate o de jamón, bueno, del tocino fresco y sonrosado que hoy día despreciamos.


Los chicos por un lado con el aro, que había virtuosos que hacían maravillas gracias a la guía que se fabricaban en la fragua. Otros con la peonza, que ya no era sacar a la contraria del círculo, sino rajarla con la púa que introducíamos en ella. Otros con los boliches o canicas para jugar al guá. Las tabas eran más de las niñas, son de hueso, el astrágalo del animal y se jugaba tirando una al aire y recogiendo el resto dependiendo de la cara que ofrecen, picos, hoyos etcétera.


A las afueras había un pilón grande en un prado y allí íbamos a bañarnos unos días los chicos y otros las mozas. El agua era verdosa, el borde resbaladizo y nos tirábamos en pelota picada sin pudor ninguno. Luego secado al sol, un cigarrito si teníamos y comer la fruta de temporada, lo que se llamaba ir a garullas, que a veces el membrillo verde te dejaba la boca que parecía que no era tuya.