¿Alguna vez os habéis sentido culpables por tener un
gusto morboso? Yo si, bueno, no lo tengo, lo tenía. Llegó a formar parte de mi
rutina diaria, era pura satisfacción, rompía los cristales, amaba romper las
ventanas de las casas. Era un pueblo pequeño, con un pasamontañas, guantes, y
otros críos gamberros en el pueblo es fácil salirte con la tuya, incluso rompí
la ventana de la casa de mis padres para que no sospecharan de mi. Con el paso
del tiempo, dejé de hacerlo, específicamente, paré de romperlos cuando tuve mi
propia casa. Es preciosa, una casita rural que destaca por su antigüedad, con
una hermosa chimenea que a cualquiera le fascinaría. Pero alguien ha roto los
cristales, y sé perfectamente quién ha sido, lo sé porque yo rompí los suyos, y
él me ha descubierto. Podría reparar los cristales, pero sería mucho dinero, y
sé que él los volvería a romper otra vez, tampoco puedo llamar a la policía,
porque yo se los rompí primero, y él lo sabe, esta es su venganza. Ahora tengo
que irme de esta casa, de mi casa, fue un error, un error del pasado, juro que
me arrepiento pero ya no lo puedo cambiar, espero que no encuentre mi nueva
casa, ni siquiera me he podido quedar en mi país natal, así quizás esté a
salvo, así podré ver a través de mi ventana, a través de un limpio y gran
cristal.
Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!
lunes, 25 de noviembre de 2024
03. Cristales rotos. María Hita
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